Un ángel de la guarda.

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Pasaron los días pero un día yo sentí que ya era mi fin, que ya llegó ese día esperado. Yo estaba en mi teléfono mensajeando, pero hubo una chica llamada Natalia, la cual recién  conocía, le envié un mensaje diciendo:

"Hola", me contestó de inmediato, con un "hola". Yo la felicité por cómo cantó en un programa de colegio donde estudió, ella me dijo que gracias y comencé así a conversarle saliendo el tema de lo que le pedí a Dios antes narrado. Ella me dijo que como había hecho eso, yo le dije que en sí, morir era mi felicidad que no pensara que estaba loco, ella trató y trató de hacerme cambiar de opinión, lográndolo y haciendo que yo le prometiera a ella que no me suicidaría.

Me despedí y prometí, me fui a dormir y así continúe mis días.

Dos palabras revolucionarias.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora