san (jodido) valentín:

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SeokJin suspiró con total cansancio, su cabeza comenzaba a palpitar de dolor y se sentía como un idiota y al mismo tiempo traicionado por sus amigos, JiMin y Jeongguk le habían prometido quedarse con él sentado durante todo el baile de San —jodido— Valentín, pero adivinen qué.

Los jodidamente lindos chicos se habían esfumado de su lado cuando ni siquiera habían pasado treinta minutos, los veía bailar desde lejos con un chico cada uno y pucheraba al percatarse de su situación, incómodamente sentado en una estúpida silla de plástico que le hacía creer que se caería al suelo cada vez que apoyaba su espalda en el respaldo, una pequeña mesa —también de plástico y con un mantel rojo— llena de bocadillos, ¡malditos bocadillos con corazones de docoración! Ya iba unos quince vasos de ponche y más de una vez se había escapado para ir al baño y soltar todo el ponche, una pequeña canasta de mimbre tenía barras chiquitas de chocolate y en ese momento solamente eran los envoltorios, terminó comiéndose todos una vez que sus mejores amigos lo dejaron solo y sabía perfectamente que al otro día tendría espinillas por tanto chocolate.

SeokJin no tenía planeado aparecerse en ese estúpido baile de San —jodido— Valentín, ese baile era únicamente para parejas o personas que buscaban una y creían desesperadamente que en esa noche la encontrarían. Bien, Jeongguk y JiMin habían tenido suerte, ambos fueron invitados a bailar una balada por los mejores jugadores de baloncesto, a él nadie le había invitado a bailar ni el arroz con leche.

SeokJin no era un chico de físico feo —o como diría su padre «belleza rara y difícil de ver por mucho tiempo»—, claramente no lo era. Su cabello siempre se veía sedoso y bien peinado, de color negro, su piel era bonita —excepto cuando se pasaba con el chocolate— y aterciopelada, sus ojos almendrados eran expresivos y bellos, su nariz perfilada que calzaba bien con su escultural rostro, labios rellenos, acaramelados por el bálsamo de cereza que solía utilizar, y suaves. Era un chico bastante atractivo, desde su rostro hasta su cuerpo. Toda su existencia era preciosa. Hasta apareció en el periódico del instituto como uno de los chicos más bonitos de su generación —porque cada fin de año; los encargados del periódico del instituto hacían votaciones con los más atractivos de cada generación—, pero de todas maneras, nadie lo invitaba a bailar absolutamente nada.

No era mentira que Kim no era el mejor bailarín... a la hora de bailar él era torpe, desastroso, no coordinaba sus pasos y pisoteaba sin pudor —y sin querer— a la persona que estaba junto a él, guiándolo. No obstante, todos finalizaban dejándolo a los pocos minutos de la canción y luego de más de cincuentas pisoteadas. SeokJin era un caso perdido en el baile.

—Dios, estoy rendido —Jeongguk e desplomó en una silla contigua a la suya.

SeokJin le echó un vistazo, su cabello ya no estaba pulcro como se encontraba al llegar, su atuendo era un desastre y sus rosados labios hinchados. Alguien había tenido suerte, al parecer.

—Aparentemente, te ganaste más que un baile con el afamado Kim TaeHyung —se burló de su menor, arqueando sus cejas, sugerente.

—Necesito un descaso —JiMin apareció con la respiración agitada, lanzándose como un saco de papas a la silla que quedaba junto a su hyung.

JiMin estaba igual que JungKook, su cabello rubio estaba asquerosamente revoltoso y SeokJin deseó tener un peine para arreglárselo.

El mayor miró a sus dos menores, ambos parecían haberse divertido bastante y haber obtenido más de unos pasos de baile sincronizados por una canción, ¿acaso él era el amigo predestinado a ser un solterón con gatos?

—Min YoonGi puede mover bien sus caderas —JiMin comentó, remojando sus labios mullidos.

—Pude notarlo desde la lejanía —SeokJin contestó, mordisqueando un sándwich que enseguida dejó sobre la mesa porque tenía aceitunas.

San (jodido) Valentín ☾2seok☽Donde viven las historias. Descúbrelo ahora