Prefacio.

50 7 1
                                    


–¿Sabes... –comienzo a explicar con un nudo en la garganta–? He llegado a la conclusión de que estoy tan enamorada como aterrada de la idea de la soledad. Me gusta la calma que me proporciona, la sensación de poder abstraerme escapando a mi mundo y vagar allí con libre albedrío. No obstante, me asusta la falta de compañía. Piénsalo, tiene sentido. Muchas veces me decís que desconecto de la realidad, que me muestro ausente metida en lo más profundo de mi burbuja... –Suspiro jugueteando con mis manos nerviosa.– Da la sensación de que nunca doy mi completa atención, que sólo os doy la mitad cuando en realidad, a mi manera, os la entrego entera.

》Me gusta vivir allí, en mi burbuja me refiero. En la seguridad que me proporciona, en esa lejanía o distancia prudencial que me permite analizar fríamente todas las situaciones para saber cómo hacerle frente a cada una de ellas. Pero ahora... no soy la misma chica.

》He recibido tantos golpes... –cabizbaja, continúo murmurando palabras que llevaban tiempo atrancadas en mi garganta, quemando mis cuerdas vocales con el único deseo de salir– y ni uno de suerte. Hace algún tiempo era capaz de mirarme en el espejo y saber perfectamente quién era la chica que me devolvía el reflejo. Pero ahora... ni la altura, ni el color del pelo, ni la forma de mi cuerpo... son las mismas. Quiero decir que claro que sé quién y cómo soy, aunque simplemente siento que estoy lo suficientemente aturdida y desorientada. Creo que he perdido tanto que ahora soy incapaz de encontrar el norte, el sur, el este, el oeste,... Y esto me impide avanzar.

A medida que las palabras van saliendo, el nudo cada vez está más enredado en mi garganta. Soy consciente de la fragilidad mientras hablo por mucho que intento desesperadamente usar un tono neutro y monótono.

–Hay veces que las cosas no tienen arreglo porque están tan dañadas que ni las piezas pueden volver a encajar en su totalidad. Fragmentos se han perdido en el vacío, creando pequeñas grietas y huecos que no se pueden rellenar sencillamente. Y así es cómo me siento precisamente ahora: perdida, aturdida, rota y enfadada. Pero, ¿qué más dará? –Mi voz se endurece considerablemente por la rabia acumulada.– Se aprietan los dientes una vez más y ya está. Porque a fin de cuentas, puede que sólo sea sólo una fachada elaborada al milímetro y pensada hasta en el más insignificante detalle armada de sarcasmo y una retahíla de palabras mal sonantes. Puede que sea una persona que no sabe cómo afrontar sus emociones y por ese mismo motivo, hiere verbalmente al resto del mundo para protegerse desesperadamente de la siguiente caída.

》Y.... –alzo la barbilla, sacando el coraje de las reservas inexistentes que quedan en mí– después de todo, puede que no sea tan dura ni fuerte como una piedra.

Letanía.Where stories live. Discover now