Ven, revuélveme.
Dame la vuelta, desmóntame.
Confúndeme como tú sólo sabes.Ven, arrásame.
Convierte un martes en un jueves noche,
líame como el cigarro del viernes.
Cubre con alcohol todas mis cicatrices,
sácame otra cerveza
y un par de sonrisas.
Consúmeme lentamente.
Demuéstrame que el infierno puede ser placentero[que hay demonios por los que no importa quemarse].
Enséñame que la mejor poesía surge de una cama desordenada,
que las palabras más sinceras
siempre
se pronuncian con la cabeza caliente
y que no hay mejor hambre que la que no se manifiesta en voz alta.Sé la chispa de esta mecha,
sé la oscuridad por la que cegarme.
Que de luces todos entienden,
pero sólo existe un brillo
capaz de eclipsar todo
cuando se supone que todos duermen.Desármame,
haz que hice bandera blanca
y que hasta el último de mis principios tambalee en tu presencia.Arróllame,
sácame de este molde.
Declárame la guerra porque de amor ya hemos sufrido bastante.
Empápame del deseo que tus ojos plasman.Ábreme Pandora,
muéstrame que hay males necesarios.
Incítame a pecar una vez más.
Llévame al límite,
quebrántame.Vuelve,
rehaz este puto desastre.
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Letanía.
RomanceRetales de todo aquello que pensamos los domingos por la noche con la luz apagada.