Capítulo 28: Carnicería

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El problema no radica en quién miente, sino en quiénes creen

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El problema no radica en quién miente, sino en quiénes creen.

La razón por la cual Dwayne no quiso admitir que conocía el intento de abuso sexual de Bellamy en Fennoith, fue porque no quería que los problemas de su hermano pudieran salpicarle de ningún modo con el detective Morrison. Si para colmo los hermanos Bellamy eran misteriosos de por sí, Dwayne no necesitaba que los asuntos pasados de Daniel lo involucrasen cuando este no hizo nada en el internado relacionado con los actos retorcidos del susodicho. También esquivaba la idea de que, por culpa de lo que hizo su hermano, su familia fuese juzgada, y no quería eso.

Puede que al mentir respecto al desconocimiento no fuera la mejor opción, pues las mentiras tienen las patas cortas, y Gabriel era muy bueno en su trabajo; sabía hacer que el acusado confesase lo que callaba. No obstante, como Dwayne no era el principal sospechoso de todo aquel drama inacabable, prefirió mantenerse al margen hasta que demostrara lo contrario.

—Tiene razón. Mi principal objetivo es Victoria Massey. Pero creo, honestamente, que todos los que estuvieron en Fennoith tenéis mucho por lo que callar. Y si la información que estáis guardando me sirve de ayuda, haré las preguntas que conecten a las supuestas respuestas correspondientes —comentó el detective, sosegado.

Sin duda, Gabriel tenía muy buenas respuestas para todo.

—Y lo entiendo, detective Morrison. Tan solo le he dado un consejo. Quizá la distracción en personas secundarias hagan que no avance hasta la joven Victoria.

—Fennoith está conectado con Victoria Massey. Esa joven no es la única que anda en paradero desconocido. Hay varios alumnos que no se saben nada de ellos.

Dwayne lo escuchó atento y Gabriel continuó hablando.

—Tengo entendido que usted avisó a la policía del asesinato de Andrés Espino, la persona encargada de la cocina del internado que se hizo pasar por una mujer.

—No, yo no los avisé —aclaró—. Fue la enfermera Margaret Bonheur.

El detective lo apuntó en su pequeña libreta.

«¿Margaret Bonheur? ¿No es esa mujer la madre de Kimmie?»

—¿Quién cree usted que pudo matarlo? —inquirió.

—No tengo respuesta para eso. Fuimos encerrados en un aula y no presenciamos el crimen.

—¿Estuvo encerrado con sus alumnos?

—Sí.

—¿Faltaban algunos de ellos?

Por supuesto que faltaban algunos de los jóvenes. Victoria fue la que robó las llaves de todas las habitaciones para encerrarlos y así poder deshacerse de aquel parásito sin ninguna distracción. A parte, ni Elliot, ni Caym ni ella se encontraban con los demás alumnos aquel día.

Hasta que el infierno nos destruya © #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora