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Capítulo 3: Sentencia.

Reborn no se esperó "eso". De la impresión incluso soltó a su cielo y tomó algo de distancia para así poder detallar cada acción de Tsuna y verificar que dijo la verdad. Por lo rojo de ese rostro, el leve temblor en esas manos y el hecho de que el castaño ni siquiera estaba respirando... sí, dijo la verdad. ¿Era en serio? No podía ser, pero de todas formas estaba dispuesto a seguir con su interrogatorio. Sin embargo, antes de que siquiera separara los labios una vez más, su cielo huyó.

Pero no iría demasiado lejos.

NO ahora, ni nunca.

Lo persiguió sin dudarlo, advirtiéndole que si no se detenía las cosas se pondrían peor. Tsuna lo ignoró olímpicamente y siguió corriendo por los pasillos en busca de algún refugio fiable pues estaba claro que no se quedaría a enfrentar el enfado de Reborn, incluso intentó buscar a Hayato, pero no lo halló; hasta deseó ver a Hibari en ese momento, pero al parecer nadie estaba dentro de su mansión. La respuesta era simple: debía salir de ahí y rápido.

Pero no pudo.

Un arma le apuntó directamente a la frente después de girar en uno de los pasillos y él gritó en respuesta. Se detuvo con la respiración agitada, viendo como Reborn sonreía de lado con los labios ligeramente separados pues también estaba agitado. Tembló. Quiso decirle que fue una broma, pero no podía; y si bien aprendió a mentir, con su familia o con Reborn no podía porque lo conocían bien. ¡Estaba perdido!

—¿Qué tienes con Enma? —mientras Reborn corría se dio cuenta que le faltó averiguar eso.

—Reborn... cálmate —Tsuna retrocedió instintivamente porque no estaba seguro de qué hacer o cómo actuaría Reborn ante su confesión.

—Responde.

—¿Qué?

—¿Tienes algo con Enma o no? —ocultó su mirada para controlar sus emociones salidas de control.

—¿Algo? —Tsuna entonces dejó de tener miedo y empezó a confundirse—. ¿A qué te refieres con "algo"?

—Ugh —quiso golpearlo, pero en vez de eso, sólo bajó el arma—, ¿estás enamorado de él?

—¿EH? —el castaño hizo una mueca extraña antes de elevar sus manos y gesticular—. No, claro que no. Enma es mi mejor amigo, pueda que llegue a considerarlo como un hermano, pero no...

—Ahora aclárame lo que dijiste en la oficina —el azabache sonrió por unos segundos antes de erguirse y fingir su mejor pose amenazadora, cosa sencilla cabe decir. Le salía natural.

—Reborn —rió nerviosamente antes de dar dos pasos más hacia atrás, estaba dispuesto a volver a correr si era necesario.

—Ni lo intentes —advirtió pues no pensaba agitarse más.

—Pero...

—Sólo acláralo.

—No —Tsuna enrojeció porque claramente no quería que nadie escuchara eso, ya suficiente tenía con que Reborn supiera su mayor secreto.

—Entérate de que nadie está en la mansión ni en sus alrededores —el hitman le restó importancia al asunto mientras se acomodaba la fedora—. Les di el día libre.

—Pero qué... ¡Reborn! ¡Dejaste la mansión desprotegida!

—No cambies el tema.

—No... —por un momento pensó que se libraría de esa incómoda plática—. ¡No voy a responder a eso!

—Así que... tienes una obsesión con... —sonrió.

—¡No lo digas! —con el rostro ya bañado en intenso rojo, sólo negaba insistentemente.