Capítulo 3

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A veces, hay cosas que hacemos sin antes pensar en las consecuencias, en lo que pasará por no preocuparnos del resultado.

Sí, resulté herido y tal vez la heridas físicas sean las de menos en este momento. Me siento indignado conmigo mismo, me siento una basura.

Miles de preguntas bombardean mi cabeza, pero sólo hay dos que rondan todo el día en ella:

¿Quién soy ahora?

¿En quién me he convertido?

El tiempo me está consumiendo lenta y completamente, empezando con lo que  queda de mí, siguiendo con lo que creo que era y terminando con lo que me hicieron creer que soy.

Después vienen a mi mente innumerables momentos que pasé con Brandon y me siento inmensamente cansado y decaído, él es la principal razón por la que estoy aquí. Recuerdo cuando nos vimos por primera vez, cuando nos unió el hecho de que ninguno vivía con sus padres, y por la misma razón nos hicimos mejores amigos. Recuerdo cuando decidimos vivir juntos en mi casa y nos turnábamos para hacer de comer cada semana...

Todos esos recuerdos, tan simples y comunes, me llevan al borde de las lágrimas, al borde de mi destrucción que, sin embargo, ya no está en mis manos.

El dolor en mi pecho se volvió un hoyo negro que, como la neblina dentro de mis pensamientos, trata de llevarse consigo lo que aún me queda de mí mismo, de lo que en verdad soy.

Cuando optamos por jugar o, en este caso, confiar a la suerte, el resultado es siempre el mismo: derrota tras derrota. Nos dejamos guiar por los sentimientos que son tan recientes y tienen un gran efecto en nosotros.

Cuando la ira y el enojo deciden juntarse y hacen uno sólo, se convierten en más que un fuerte sentimiento, son los males juntos, todos ellos se apoderan de nuestra mente y nuestro ser, y nos hacen actuar antes de pensar. Justo en el momento en el que nos damos cuenta de eso, ya lo hemos perdido todo.

Y eso me pasó a mí, en el momento en que la ira se apoderó de mí, aprovechó para trasladarse a mis puños e intentar golpear a aquel tipo, sin embargo, él fue más rápido que yo. Ahora todos son más rápidos de lo que soy.

He pasado diecisiete años de mi vida diciendo a todos quién creo que soy: Daniel Turner, un chico cuyos padres viven lejos de él, cuyo mejor amigo, si es puedo seguir llamándole así, vivía con él y lo ha metido en un gran lío. Soy, o era, ese muchacho de ojos grandes, cabello negro y muchas metas en mi vida que han sido despedazadas sin piedad.

Lo que pasó fue esto: Salí de la habitación dispuesto a luchar cuerpo a cuerpo contra ese hombre, de algún modo él sabía que intentaría hacerlo; cuando me abalancé sobre él, sacó una afilada navaja y me hizo un largo corte en la barbilla. Desistí al instante, él contaba con armas y mucha experiencia para matarme, yo tenía exactamente… nada.

-¿¡Qué me has hecho!?- grité- ¡éste no soy yo!

-Te lo repetiré y será por última vez: No estoy para darte explicaciones de NADA, niñito.

-Deja de llamarme “niñito” o “pequeño”. Y para lo que sea que “el Señor” me quiera, no lo obtendrá tan fácil porque no seré una marioneta a la cual pueda usar cuando se le dé la gana.

Un puño se avecinó rápidamente hacia mi estómago y me sacó el aire con un golpe. Caí al suelo, y me quedé tendido sobre la fría superficie de piedra, sin querer ni poder levantarme. Me pateó incansablemente hasta que estuve a punto de perder el conocimiento, sentí un piquete en el brazo y de nuevo  todo se torno negro en mi cabeza…

Cuando desperté estaba acostado sobre una cama parecida a la de mi cuarto, parecían haber pasado cien años desde que me encontraba fuera de mi celda siendo pateado por el guardia. Por un momento me sentí seguro y casi podía recordar la voz de mamá gritándome por la mañana para que me despertara, el olor a café recién hecho; pero nada de eso podía volver a pasar, sólo eran recuerdos vagos y lejanos de mi infancia. Mis padres se marcharon sin decir adiós, sin dejar una nota que explicara su ausencia el resto de mi vida, me dejaron completamente solo, justo cuando más los necesitaba me dejaron, ahora no los recuerdo con exacta precisión.

Un dolor de cabeza irrumpió mi tranquilidad y con él llegó otra serie de recuerdos, estos eran muy poco visibles: En el primero yo estaba en el cuarto de mis padres, ellos no sabían que me encontraba dentro y entraron en él sin siquiera notar mi presencia. Mi mamá sacó una caja de metal y con un anillo de plata que llevaba en el dedo anular, la abrió, aun no sé cómo lo hizo. Después papá se acercó, sacó unos papeles y metió dos botellas muy pequeñas. Con una réplica exacta al anillo de mamá cerró la caja y la volvió a poner debajo de la cama. Salieron por la puerta y…

Otro recuerdo. Odio cuando llegan tan rápido, me causan un dolor que soy incapaz de describir.

En éste estoy con Brandon, para ese entonces teníamos once años. Jugábamos con una pelota, la lanzó con tanta fuerza que cayó dentro del patio de la casa de nuestros vecinos, dentro vivían unos señores y su hijo, el hombre era lo de menos, pero su esposa e hijo… ellos sí que daban miedo, tenían una sonrisa tan maliciosa que daba escalofríos con sólo verla. Por suerte salió el señor con nuestra pelota, nos dijo que nos la devolvería con la condición de tomarnos una foto, extrañados aceptamos y volvimos a jugar. Y ahí acaba todo… Esta serie no fue tan larga como lo esperaba.

Mi mente está llena de pensamientos que me estremecen, por alguna razón Brandon está en todos ellos, en distintas escenas y desde ángulos diferentes: sentado a mi lado, riendo conmigo, sosteniendo un cuchillo en sus manos, encajándome el cuchillo, después  todo se vuelve sangre y vuelvo a la realidad.

Ahora lo que sé es que mis padres tienen que ver en todo esto y también el anillo de plata que encontré… no lo había pensado antes, es igual al de mis padres. Con él puedo abrir la caja que les pertenecía. Saco el anillo y esta vez, teniendo más iluminación puedo leer la inscripción que hay en él: Thomas Turner. Sí, era de mi padre. Pero, ¿qué hacía en aquella celda?

Un nuevo propósito se ha añadido a mi lista: Investigaré mi pasado, el de mis padres y estaré dispuesto a pasar por lo que sea para salvarlos y salvarme.

Con el paso del tiempo encuentro más puertas las cuales contienen dentro lo que tengo que saber, sólo necesito encontrar la llave correcta para abrir cada una de ellas y al fin salir.

La traiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora