-¡Leena, ven, estamos viendo el partido de la final del año pasado!
Me giré nada más oír el grito de Arion, para empujar la puerta que hacía un instante había cruzado y rehacer mi camino. «Vaya suerte de mierda que tengo estos días».
-¡Eh! -Ignoré el chillido de molestia por parte del chico, y en su lugar avancé a más ritmo para salir del edificio. Quedarme no iba a hacer que mi estado anímico mejorara.
«Ya he tenido bastante con no haber dormido nada anoche».
Pude ver, antes de tomar un pasillo, que el nuevo entrenador -el gran Mark Evans-, entraba a la sala de reuniones con Celia. Suspiré, era muy probable que con su llegada me librara de ser perseguida por el mocoso.
No quería hablar con nadie. Me hice la enferma toda la primera hora para que me dejaran en paz, y solo conseguí que me trataran como una estúpida muñeca -estando encima de mí toda la maldita mañana-; así que en ese momento estaba de todo menos contenta.
-Iros todos a la mierda un rato... Me va a explotar la cabeza por vuestra culpa. -Gruñí cuando los chillidos de algunos a lo lejos me rebotaron en el cerebro. Yo solo quería dormir, pero no, para qué; a mi memoria se le tenía que ocurrir hacerme un recorrido por mi precioso pasado.
Todo de color de rosa, por supuesto.
Me senté en cuanto pude. Solo me quedaban diez minutos para que terminara el descanso; y luego me tendría que quedar para el entrenamiento. «Los odio a todos».
Prácticamente tuve que dejar todo el bocata que había comprado en la mañana, mi hambre parecía haberse aliado con mi cansancio; provocándome una falta de apetito que hasta me asustó. Es decir, no era la gran glotona, pero un bocata mediano podía caer sin problemas cuando llevaba tiempo sin comer... Y yo llevaba bastante.
Intenté no pensar en ello, y en su lugar lograr sentarme en mi sitio sin liarla demasiado. Los cotilleos corrían como la pólvora en aquel instituto, así que quedarme ahí los minutos previos a la clase me daba la oportunidad de escuchar algo interesante.
-¿Habéis oído lo de Riccardo? -Vi como los otros dos chicos con los que hablaba mi vecino de pupitre negaron. Solo tuve que dejarme caer y hacerme la dormida para que el que habló continuara-. Dice Harry que Dylan vio a los de fútbol en la azotea; y que el capitán hablaba de renunciar.
Sonreí. Esa sí era una buena noticia. Sin Riccardo Di Rigo en juego culminar mi plan sería un simple paseo.
Solo pude oír algunos comentarios desconfiados o de sorpresa por parte de los chicos con los que hablaba el que se sentaba delante antes de que el profesor entrara. Una pena, he de decir, pero al menos ya había conseguido información más que interesante.
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Leena [IE Go]
FanfictionLa mayor parte de la población se colocará siempre del lado del bueno. El dulce, inocente; de quien solo mira por y para el bien. Piensan que solo esas personas merecen todo lo bueno, que quien no hace lo que para ellos es correcto no merece nada. L...