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Sabes, no sé como empezar esto.
Tal vez lo indicado sería no haber empezado nunca y dejar de parecer un acosador.
Pero sin conocerte sé que podría confiar en ti, tú me entenderías mejor que nadie. Si tan sólo tuviera el valor para ir y hablarte, contarte lo que me atormenta, lo que inquieta y lo que me hace estar deprimido.
Sé que con un pequeño abrazo tuyo todo estaría bien, me ayudarías a sostener mi mundo entre tus extremidades sin darte cuenta.
Querría.
Pero no puedo.
Odio cuando me sonríes, porque no me merezco eso.
Una persona tan brillante como tú, nunca podría darle tal placer a un chico como yo.
¿Por qué aceptarías?
Seguramente sería lástima, como la que todos sentirían si supieran lo que vivo día a día con mi mente.
Pero nadie lo sabe.
Ojalá tú algún lo supieras.
Pero no lo harás.
– Un chico escondido.
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