Nadie me dijo que dolía tanto pero con el tiempo era como una espina en el corazón.
Nuestra protagonista Julie vive una de las etapas más importantes de su vida con altos y bajos, alegría y tristeza, amor y odio.
Thomas no sabe que quiere, ni que...
Ahora mismo estoy en la cafetería detrás de la barra. Carl después de enterarse de lo que me había pasado la semana pasada hablo con el Señor Prescott y me cambiaron el turno y ahora soy yo la que atiende detrás de la barra. Thomas me está acompañando a todos los sitios a los que voy y no me molesta para nada . Es una suerte que viva alado de la casa que hay enfrente de la mía. El me trae al trabajo y me lleva a casa, incluso anoche se quedó en casa para cenar. Nuestra relación a mejorado muchísimo desde aquel beso, pero ninguno a hablado.
Quien me iba a decir lo que iba a cambiar mi vida en dos semanas. Con Greta no he hablado aunque ella insiste mucho pero aún no y no le e visto el pelo a Susie desde que me amenazó con que me echaría.
Cogí otro menú infantil y se lo puse a Thomas enfrente. Lleva diez minutos solucionando los laberintos que hay en la parte de atrás de los menús infantiles. Es tan tierno.
-No entiendo porque no ponen estos laberintos en los menús de adultos -dijo mientras trazaba una línea que llevaba a un oso a su cueva- quiero un oso de mascota.
Me reí de su comentario y me lo quede viendo. Me encantaba la cara que ponía cuando se concentraba, estaba todo el rato tocándose el pelo y había veces que se mordía el labio o sacaba la lengua y se mordía la punta de esta. Quiero volver a besarlo, pero nose como reaccionará si lo vuelvo a besar, tuve mucha suerte la primera vez.
-Estas muy guapa cuando te me quedas mirando -dijo mientras me daba con la punta de el lápiz en la nariz y me mandaba una sonrisa- mentira, siempre estás guapa.
-Eres un tonto Tommy -me acerque a él y le di un beso en la frente-.
-¿Me estás provocando? porque me estoy quedando sin fuerzas para aguantar más -acercó su cara a la mía- me encantas tomatito.
-Thomas...
Nos fuimos acercando poco a poco y cuando estábamos apunto de besarnos.
-¿Julie?
Me separé de Thomas y mire sobre su hombro. A unos metros de nosotros estaba Greta y se le veía cambiada.
-¿Que haces tú aquí? -dije mientras quitaba todo rastro de emoción en mi cara y cruzaba los brazos- te dije que no te quería ver.
-Bueno -dijo tímida- mi madre me apunto a una sesión con un psicólogo y pasaba por aquí y te vi y-y -cogió aire, lo soltó y siguió hablando- quería entrar para hablar contigo. Julie te echo de menos.
Esta no era mi Greta, está vestía colores oscuros, tenía la cara muy pálida sin una gota de maquillaje, los pelos recogidos en un moño mal echo y no había espontaneidad en ella. Parecía que lo peor se lo había llevado ella.
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-Lo siento pero ahora mismo no puedo.
-Bueno, ¿te parece que vallamos el martes a algun sitio?. Para hablar y eso.
Mire un momento a Thomas y con solo una mirada me decía muchas cosas y una de esas cosas era que aceptara la salida con Greta.
-Vale ya luego hablamos.
En ese momento fue como si una llama se encendiera en su interior. Greta me miro fijamente a los ojos y me dio una sonrisa sincera.
-Muchas gracias Julie. No te arrepentirás -dijo mientras caminaba a la salida- Adiós.
-Adiós y suerte en el psicólogo.
Después de que Greta cruzara la puerta hubo un momento de silencio entre Thomas y yo.
-Lo has echo bien -dijo Thomas mientras cogía mi mano por encima de la barra- ella de verdad se ve arrepentida.
-No estaría arrepentida si no hubiera preferido irse con un chico que ir recién conoce a quedarse conmigo -dije mientras agachaba la cabeza-.
-Júl no seas dura con ella, sabe que se equivoco y lo está intentando remediar -cogió mi barbilla y levanto mi cara- piénsalo y dale una oportunidad.
Cuando subió mi cara tenía una perfecta vista de su cara, de sus pequitas, de su nariz repleta de ellas, de sus grandes y bonitos ojos, incluso de sus pestañas. Poco a poco íbamos acercándonos hasta que por el rabillo de mi ojo vi una silueta que conocía junto a otra más pequeña.
-Thomas, ¿ese no es tu padre?
-¿Que? -dijo mientras se daba la vuelta en el taburete y se levantaba-.
Yo le seguí dándole la vuelta a la barra y los dos nos acercamos al cristal de una ventana que había alado de la puerta.
De lejos vimos como el padre de Thomas iba acompañado de un pequeño niño de unos siete u ocho años, con la piel blanca y una cabeza llena de rizos, iban cogidos de la mano y el niño llevaba en una mano un globo con forma de elefante. Los dos se pararon frente a un carro de helado y le dieron al pequeño uno. Les perdimos la pista cuando a lo lejos cogieron un camino para el que creo que es al parque. En todo el rato Thomas no había dicho nada.
Me giré para mirarlo y vi como estaba petrificado mirando por donde su padre y el niño desconocido se habían ido.
