~Coraline~
—Bueno, el día no fue tan malo.
Hable a mis adentros, viendo el sol ya casi ocultándose. Todo a mi alrededor era tan hermoso, que parecía muy irreal. Siempre había pensando que éramos como pequeños muñecos, manejados por alguien mucho más inteligente, y que al morir, se sumían en profunda oscuridad. Muñecos que se perdían y eran penosamente olvidados.
Observe el inmenso cielo, ¿Por qué era merecedora de observar tanta belleza? ¿Qué de bueno había hecho en mis 17 años de vida que pudieran recompensar esta inmensidad?
Seguí caminando, perdida en aquellos pensamientos. Siempre había querido hacer algo importante, algo por alguien.
Cerré los ojos, respirando la suave brisa que se tornaba aquel día y con la cabeza hecha un remolino.
—¡Eh, Coraline!
Aquella voz tan gruesa...
Voltee para ver quien era el portador.
Hey! Era el chico ángel.
—¡Julio! ¿Qué ha pasado? ¿Quieres el horario de clases?
Me detuve viéndolo con una sonrisa, ahora podía decir que estaba de buen humor.
—Es Julián. Y no. Venía para conocernos más.
Vaya... Aquel chico con una gran confianza.
—Claro, voy por el camino del parque.
Él asintió y comenzamos a caminar, no era la chica que amaba la compañía, pero esto estaba bien.
Hablamos un rato sobre las clases y algunos alumnos que él había conocido. También me hablo de lo mucho que le gustaba mi estilo y eso me saco algunas sonrisas.
A unos pasos se encontraba un anciano pidiendo limosna, me miró algo extrañado pero aun así no dude en sacar algo de dinero y comida que tenía. Me acerque a él y le di aquello, el viejo sonrió; sin embargo, esa sonrisa fue borrada al instante.
Julián había pateado el vaso donde guardaba el dinero, las monedas cayeron en toda la vereda y el viejo quedo asombrado.
—Viejo estúpido, ¿No puedes conseguir tu propio dinero? ¡Das pena y asco! ¿No te da vergüenza el andar mendigando como un bueno para nada? Deja de quitarle el dinero a los demás. Viejo alcohólico.
Al escuchar aquellas palabras quede estupefacta, Julián si que era una sorpresa y un cretino.
Luego de unos segundos, sentí mi cuerpo reaccionar. Le había propinado una gran bofetada al chico de flequillo.
Me puse tan roja por la indignación y ayude al anciano a recoger el dinero. Pedí disculpas por parte de Julián y me fui rápidamente de ahí.
Julián era un demonio vestido de ángel, no había dudas.
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~Inexplicable~
RandomEspero les guste. Y que ésta historia les saque sonrisas, un par de lágrimas y a saber que algunas cosas son inexplicables.