Por las malas

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En unos lejanos y no tan bellos ayeres fuí un bohemio completo, vivía de cantina en cantina, conocía todas las pulcatas y a todas las prostitutas de la ciudad y todos los pueblos a 25 kilómetros a la redonda, era un hijo de la noche, un desobligado que hacía cualquier cosa para conseguir más dinero y comprar más licor de caña o más pulque, llegué a robar a los poderosos hacendados, mendigar, aunque trabajaba solo para mantener el vicio, dejando completamente de lado a mi mujer y mi hijo, a pesar de tener un título en ingeniería civil, deje de lado toda mi vida para vivir en las mieles del alcohol y el placer carnal, tomando como excusa la muerte de mi padre, pero todo eso terminó hace unos años cuando me sucedió...eso

Una mala noche de copas, me encontraba como de costumbre, solo en un rincón de una cantina, pidiendo más tragos y canciones con el mariachi, son darme cuenta que habían sacado todo mi dinero de mis bolsillos.
Al momento de pedir otra ronda, me pidieron pagar, gustoso toque mis bolsillos y mi semblante cambió al notar que me habían robado.
El hombre que atendía, furioso, me amenazó con una escopeta, a lo que, asustado le dije que no había necesidad de asesinarme, y le ofrecí mi única herencia como garantía, una hermosa guitarra, hecha a mano por mi abuelo, que había pasado de generación en generación y estaba valuada en una gran cifra de dinero, sin contar el valor sentimental, el jicarero aceptó, la guardó en su barra y me pidió con palabras fuertes que me retirase de ahí.
De nuevo sobrio por el susto y decepcionado por perder mi reliquia decidí irme rumbo a mi casa, pensando en que hacer, recorrí todo tipo de caminos, pues estaba bastante lejos, desde la ciudad hasta el más solitario camino rural, pasando, sin lugar a dudas por el frío desierto, fué justo ahí donde se empezaron a tornar raras las cosas.

Pasaba por ahí, esquivando como podía las plantas espinosas de la zona, pues no llevaba linterna, encendedor y nisiquiera un rayito de luna podía iluminar mi sendero, sin embargo me sentía tranquilo, pues sabía que faltaba poco para llegar a mi casa o al menos a mí pueblo.
Entonces esa extraña sensación de no estar solo me invadió, me sentía acompañado pero no de la manera en que esperaría, era una manera más bien incómoda e inquietante.

Mis nervios se vieron destrozados cuando, de la terrible oscuridad y entre los matorrales escuché el sonido más aterrador de mi existencia, era una especie de gruñido, como el que un cerdo de buen tamaño emitiría, pero combinado a su vez con una especie de chillido y grito que parecería humano, sonido que resonaba a kilómetros y rebotaba en las barrancas y piedras.
Yo quería salir de ahí en cuanto antes, pero mis piernas tan solo se limitaban a temblar. Lo más lógico hubiera sido salir corriendo sin voltear atrás, pero la estupidez humana superará en tamaño al universo entero, lo cual se demostró en el momento en que voltee para ver qué carajos emitía ese infernal sonido. No debí hacerlo

La criatura que emitía ese ruido era una especie de animal o monstruo digno del más bizarro relato Lovecrafteano, digno también de proceder del imaginativo de Edgar Allan Poe o del más antigüo e incomprensible libro sobre criptozoologia.

A lo poco que recuerdo, ya que no me gusta recordar eso; caminaba erguido sobre dos patas que parecían de un chivo o cabra, tenía un torso parecido al de un roedor o un venado con partes sin pelo o descarnadas, manos casi humanas y una cabeza, similar a la de un lagarto combinado un jabalí, con algunos tramos de hueso expuesto, con largas orejas y unos ojos como podridos y vagantes  en su universo, pero amenazantes como solo ellos mismos, que despedía un olor a muerto penetrante y nauseabundo.

Se movía tambaleándose,pareciendo qué bailaba, con movimientos torpes demasiado grotescos, a pesar de eso, era muy rápido, con sus patas tropezando y su cuerpo dando vueltas logro acercarse a mi.
Yo, con un miedo que me hubiera provocado todo tipo de enfermedad, solo traté de correr tanto como pude hasta que las náuseas causadas por la impresión, el asco y el miedo me provocarán el vomito

Internado en mi angustia no me di cuenta ni cuando llegó justo detrás de mi y me olió por unos segundos para después acercarse a mí y morderme una pierna, para después colocarse justo frente a mí, olvidar los chillidos y decir unas palabras o una especie de canto en una lengua que desconocía completamente, para después seguir su camino perdiéndose en el desierto

En ese momento me olvidé del dolor que la mordida me dejó, o las palabras que me dijo mi nuevo descubrimiento biológico, lo único en lo que pensé fué en correr tanto como pudiera.

Finalmente lo logré, llegué a mi casa, salté por una ventana y por fin pude dormir un poco
Al día siguiente revise la mordida, y parecía que tuviera una marca de una quemadura hecha con carbón ardiendo, y lo más sorprendente, con mi guitarra de vuelta en mi hogar, mi mente no explicaba que había pasado, sin embargo me llevé una buena lección  aunque ni la ciencia ni la religión pudieron darme una explicación de que era esa cosa

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⏰ Última actualización: May 07, 2021 ⏰

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