Tarde de caminata

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Yo solía caminar mucho, me encantaba salir solo por las tardes oscurecidas con la capucha y los audífonos a alto volumen caminando por la orilla de las veredas de la autopista o el desértico cerro cercano a mi casa y eso fue lo que me llevó a contar la historia del día de hoy
Iba caminando en una vereda de terraceria con hierbas y pasto largo seco a los lados, con un trayecto rectilíneo y distraído por la música de The Beatles y Queen no me percaté de que había un perro acostado en el pasto, que cuando me di cuenta tenia una mirada inquietante que no me quitaba de encima, conforme avanzaba, la tarde oscurecía mas y más y la maldita mirada de ese perro no se me quitaba de la mente y me sentía mas acosado conforme cada paso que avanzaba decidí dar vuelta atras y al pasar por una arboleda de a ratos se sentía un extraño calor abrumante y de a ratos un frío gélido, era realmente raro, cuando volví a pasar por donde encontré a ese maldito perro ahí seguía pero esta vez había cambiado su color de pelaje por un negro profundisimo y sus mirada se volvió roja e infestada con una rabia descomunal, se levantó de su descanso y comenzó a olfatearme, tuve miedo pero a la vez no sentía nada ya que en el fondo sabia que era un simple perrito, pero al momento de que me gruñó supe que que era el momento de correr y así fue, corrí tan rápido como pude pero al avanzar unos metros una especie de fuerza me impedía alejarme de esa zona mientras que el perro corría mas rápido que yo hacia mí, en ese momento supe que mi momento había llegado y que poco o nada podía hacer para evitar un ataque y así era llegó hasta donde mi y empezó a modisquearme la pierna, esa era la mordida de perro mas dolorosa que jamas haya sentido en toda mi vida, ya que al momento de penetrar se sentía como si me clavaran un clavo al rojo vivo por cada uno de sus colmillos, con la pierna que tenía libre logré darle una fuerte patada que lo hizo alejarse y darme posibilidad de escape, seguí caminado hasta mi casa, no sin sentir un curioso leve dolor y un sentimiento de que alguien me observaba, al día siguiente revisé la herida y era en realidad mínima comparada con lo que sentí y vi en el momento, pregunté a mi vecino que era lo que me había atacado y me explicó que era un cadejo (Un perro demoniaco, posiblemente un nahual que busca alimentarse del miedo o matar gente), desde aquella ocasión no volví a salir en la noche y termine con un trauma irreparable

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