04/09/18 Sólo en sueños

6 0 0
                                    

Decidí entrar con Mariana a su clase de filosofía, por alguna extraña razón no había tenido clase a esa hora, al estar hablando sobre mitología griega; Mariana golpea mi brazo diciendo -debes participar para estar en esta clase. A lo que respondí -aguarda que tenga algo interesante por decir.
La clase siguió yo me encontraba en la parte de enfrente seguido al pizarrón, era obvio que iban a notar mi presencia y sobre todo mi silencio. A lo que añadí, -en realidad Atenea es la diosa de sabiduría, porque tendría algo de extraño que Atenas este rodeado de filósofos que hoy en día siguen siendo trascendentes?
En seguida una voz detrás de mi prosiguió mi punto de vista, - concuerdo con ella, es por eso que Atenea se encuentra en el Parthenon en medio de todo el Acrópolis.
La discusión siguió pero nadie más empataba tanto como aquella voz, que con sólo emitir un sonido te hacía sentir en calma, por eso mismo sólo giré mi brazo detrás de mi espalda haciendo una seña de "like" para hacerle saber mi agradecimiento por opinar.
Deje pasar un lapso de tiempo y volví a mi posición original, en eso siento como toman el dedo meñique de mi mano izquierda por lo que doy un brinco ligero y vuelta para saber a que se debe eso. Al contemplar la cara de quien tomaba mi dedo no puedo pensar en otra cosa que no fuera -Tu que estás haciendo aquí?, pero evidentemente no diría eso a lo que sólo se acompañó mi asombro por lo que nos miramos unos segundos hasta que dije -No dejes que el tiempo corra, por favor. Sólo rió y seguida de esa cálida sonrisa pronunció -chaparra tranquila, yo te amo. Se levantó levemente de su asiento a darme un beso en la frente.
No supe que hacer sólo lo veía fijamente hasta que poco a poco se desvanecía justo frente a mí, pero que podía hacer si era él; Daniel, aquel por quien yo moriría si me lo pidiera, aquel que con un sólo gesto de contacto conmigo perdonaría sin pensarlo porque lo amé con locura, por quién yo dejaría un pedazo de mi; quizás mi alma para que volviera igual que la primera vez que estuve con él.
Todo era tan perfecto su cabello corto al rededor de sus orejas, esa sudadera que no se la quita por ser su favorita, sus tenis que tienen animaciones a color a pesar de siempre vestir negro, era tan real que por un segundo creí había vuelto. Pero no la vida no puede ser tan bella de modo que mis ojos se humedecieron cada vez un poco más hasta abrirse y de pronto puff todo se fue como humo entre mis manos, era hora de levantarse e ir al patio, Ego necesitaba ir al baño y yo dejar de soñar.

Cartas con Destino para no enviar. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora