CAPÍTULO 5: ¿Qué sientes?

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―...-tony... Anthony... ―escuchó a lo lejos el suave susurro de una mujer. Su voz era tan delicada y melodiosa como el de una amorosa madre llamando a su hijo. ¿Quién era?

―Ven aquí, cariño. Te estoy esperando...

Quería oírla más pero también quería verla, saber de quién era aquella bella voz.

Fue cuando abrió los ojos.

Despertó en las afueras de una calle sobre el frío pavimento al lado de un auto negro que estaba impactado contra un árbol completamente destruido. La luz parpadeante de un farol era su única iluminación.

No sabía dónde estaba, el lugar era oscuro y tétrico, estaba silencioso y desolado. El cielo indicar que era de noche y las nubes esponjosas cubrían el firmamento ocultando la luna y las estrellas, el piso estaba lleno de escombros y basura.

Se levantó y examinó el auto para ver si encontraba algo. Nada, todo estaba vacío. Al abrir la paquetera encontró unos portafolios que contenían unos paquetes con un líquido brillante de color cian, podía servirle de linterna. Tomó uno y empezó a caminar sin rumbo aparente, siguiendo la línea blanca de la carretera, dejándose guiar por el instinto.

A medida que avanzaba el ambiente empeoraban, el suelo ya no era visible por tanto desmonte alrededor lo que le haría tropezar si no andaba con cuidado, los muros de las casas y edificios que podía distinguir estaban derrumbados o al borde del colapso, parecía que un terremoto o un huracán hubieran arrasado con todo a su paso, era un completo caos.

Luego de mucho andar a lo lejos vio una intensa luz roja, tal vez había algún sobreviviente en ese infierno. Se apresuró en llegar allí, pero la luz resultó ser solo una bengala; pero un poco más adelante había otra igual y a su lado estaba un hombre.

―¿Hola? ¡Hey, me escucha? ―preguntó mientras avanzaba lentamente― ¿sabes cómo salir de aquí?

No le respondió y más bien el hombre se acercó con la misma lentitud hacia él.

―Oye, solo quisiera una indicación... ―se calló cuando se dio cuenta que aquel hombre no era más que él mismo.

Frente suyo había un enorme espejo que no parecía tener fin e impedía el paso a continuar.

A pesar de ser su reflejo y seguir fielmente sus movimientos su apariencia no parecía la misma. Tenía algunos moretones en el rostro cerca de un ojo, además se le veía muy cansado.

―No me veo muy bien... ―dijo mientras se observaba detenidamente, pero su reflejo no artículo sus palabras. Poco a poco dejo de imitarlo para moverse deliberadamente, a voluntad propia.

―Sabes quién soy ―dijo su reflejo.

―Obviamente, somos la misma persona ―respondió con total naturalidad como si no le sorprendiera que su reflejo le hablase.

―No. Sabes quién soy, pero no me conoces. Nadie lo sabe, solo yo.

―Que tontería, somos la misma persona y tú eres sólo mi reflejo ―contestó algo irritado ante las incoherencias que oía de sí mismo.

―¿Estás seguro que no eres el reflejo?

―¿Qué?

Este sonrió al oírlo, parecía disfrutar de su miedo.

―No te preocupes por eso. No lo sabes aún, pero solo es cuestión de tiempo para que tú, mi reflejo, cambies a como debes ser.

―¿De qué estás hablando?

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⏰ Última actualización: Sep 06, 2018 ⏰

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