Segunda Parte: Valentía.

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Toqué la puerta firmemente, puse mis manos en los bolsillos, suspiré.

—Draco... ¿qué te trae hasta mi oficina? —Con su característico tono de seriedad me recibe mi padrino, Severus Snape.

—Necesito que me hagas un favor. —Pedí mirando a ambos lados.

Él me imitó y se hizo a un lado para que pasara.

—Cuentame... —Respondió luego de haber agitado su varita para silenciar la habitación.

—Necesito, con urgencia, utilizar tu chimenea, debo hablar un tema serio con mis padres. —Pude ver que su rostro se tornaba a uno de duda. —No me tomará más que un par de horas, volveré rápidamente.

—Bien, puedes usarlo, pero nada más que un par de horas o ambos estaremos en serios problemas. —Sentenció, descubriendo su chimenea y extendiéndome un pequeño recipiente con polvos flu.

—Solo un par de horas. Gracias. —Tome un puñado de polvos y me acomodé dentro de la chimenea. —Malfoy Manor. —Dije fuerte y claro, para ser envuelto por llamas verdosas.

Todo parecía tranquilo, silencioso, juzgando por la hora, solo estaría mi madre, mejor, necesitaba su apoyo justo ahora.

Había pasado una semana completa desde que Hermione me había dejado, había sido una semana horrible, para ambos, lo pude notar. También se cumplía una semana desde que Theo se paseaba por el castillo de la mano de Luna, una semana viéndolos fue suficiente para tomar una decisión. Amaba a Hermione, no la dejaría ir.

—¿Draco? —Mi madre bajaba las escaleras con porte aristocrático, pero con gesto de sorpresa. —Cariño, ¿qué haces en casa? —Se aproximó hasta mi y me abrazó, le respondí gustoso, lo necesitaba.

—Tengo que hablar con ustedes, pero quiero que sepas tú primero, ¿podemos ir al jardín? —Sugerí para luego suspirar, estaba nervioso.

—Claro que si cariño, vamos, vamos... —Tomó mi mano y me encaminó hasta los jardines de la mansión.

Solía volar por los jardines para matar el tiempo muerto en vacaciones, amaba este lugar.

—¿Qué pasa cariño? ¿qué te tiene tan nervioso? —Preguntó buscando mi mirada, se la cedí, aún más nervioso.

—Estoy enamorado madre, perdidamente enamorado. —Suspiré.

—¿Y por qué eso te tiene así? ¡Es maravilloso! —Sonrió ella. —¿Quién es? ¿la conozco? —La emoción se notaba en ella. Más nervios.

—No la conoces mamá... Ni siquiera es Slytherin. —Necesitaba que mis latidos pararán o me daría algo.

—¿Cuál es su casa? —Preguntó curiosa.

—Gryffindor. —Carraspee, incómodo.

—¿Y quién es? —La emoción seguía plasmada en ella, ¿no le molestó su casa?

—Bueno... Ella... Digo, se llama... —Aclaré mi garganta, vamos tu decidiste esto Draco. —Es Hermione Granger.

Silencio. Solo los pájaros me infundían calma.

—La de cabello alborotado, ¿no? —Comentó, no supe descifrar su tono. —Me parece que es preciosa, Draco. —¿Qué? —Además, tengo entendido que es una bruja maravillosa.

Me quedé mirándola fijamente, ¿acaso estoy volviéndome loco? ¿los nervios me llevaron a esto? Mamá sabe quien es y la acepta. ¿desde cuando no aborrece a los "sangre sucia"?

—Lo siento madre, pero necesito preguntar... ¿no te molesta su estatus sanguíneo? —Estaba confundido, pero tranquilo, ella lo aceptaba.

—Querido, la verdad es que no creo en esas cosas de los estatus de sangre... Mírala a ella, sangre sucia y todo es la mejor bruja de su generación. —Se encojió de hombros. —Creo que los sangre pura nos hemos dado demasiados aires de grandeza.

Amo a Hermione Granger. | o n e s h o t |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora