Mamá, mi hermana y yo nos estábamos preparando para ir a la piscina. Ella nos había sorprendido con esa noticia.
Íbamos a la casa de su nuevo novio. Elías Lozano. Un hombre llegando a la cuarentena, sin hijos y multimillonario.
Mamá me comenta muy poco de cómo se conocieron, pero no me sorprende. Ella siempre tiene un novio nuevo. El año pasado tuvo un total de seis, en promedio cada uno le dura dos meses.
A todos los conocimos mi hermana y yo. Estoy cansada de decirle que no nos lo presente, pero siempre termina mal. Siempre salgo yo golpeada.
Actualmente, acabo de regresar de estudiar inglés por ocho meses en Canadá y debo admitir que fue un cambio muy bueno para mí. Vivir entre relación y relación, por no decir acostón y acostón de mi madre, me daba náuseas.
Era una vida tan banal. Tan vulgar, pero era de ella.
El problema es que mi hermana ya estaba acostumbrada a eso y estaba copiando su mal ejemplo.
Sentía que era la única normal en esta familia. Por suerte iba a irme a estudiar mi maestría en restauración dentro de unos cuantos días. Cinco para ser exactos.
Iba a ir a Italia.
Estaba que no aguantaba los nervios y la emoción y pensaba aprovechar estos últimos días con mi familia porque la verdad no estaba segura de si querría regresar.
Había escuchado mucho que a los europeos les gustaban las mujeres como yo y quizá yo tenía suerte y unos se enamoraba de mí y yo de él y bueno... Podría quedarme por allá. Al fin y al cabo a mamá no le iba a hacer falta.
Cada que estaba aquí en casa, era un milagro que se percatara de mi presencia.
Bajamos del auto que nos traía a la mansión del señor Lozano y nos encaminamos a la entrada. Él nos esperaba. Estaba vestido muy relajado.
Unos pantalones caqui, polo blanco y mocasines marrones. Impecable como siempre. No lo voy a negar. Él me hacía sentir incómoda. No sabía por qué, pero no me gustaba quedarme a solas con él por ningún motivo.
Su mirada... Su mirada me perturba. Me hace sentir desnuda y no me agrada.
—Bienvenidas... Todo está organizado para una tarde perfecta — besó ambas mejillas de mi madre y mi hermana. Cuando se acercó a mí, le ofrecí mi mano.
No estaba cómoda con otro tipo de saludo entre nosotros.
Desvié la mirada de su rostro al ver su enojo por mi renuencia a saludarlo como él quería o quizá estaba ofuscado por otra cosa y yo estaba creando una historia increíble en mi cabeza.
Sí, eso es. Estaba siendo paranoica.
—Pasen — su voz gruesa nos guió hacia el interior de la casa. Si de por sí, el exterior neoclásico era impresionante, el interior no se quedaba atrás. Muy elegante y sofisticado, pero acogedor.
Dentro, nos saludó una mujer cerca de los sesenta años, muy elegante y amable. Se veía una mujer humilde.
—Les presento a mi madre. Se llama Elisa Carrió de Lozano — sonrió él sin despegar la mirada de mí. La señora Elisa nos saludó amablemente a cada uno de nosotros y sonrió.
Entre conversaciones entre las personas mayores, pasamos a la piscina y fuimos a la casa de la alberca a cambiarnos de ropa para entrar a la piscina.
Mi hermana y yo nos metimos de inmediato y ella, después de unas brazadas, no pudo evitar tomar su celular inteligente y tomarse unas selfies sonreí. Ella era muy taquillera.
Yo me dispuse a nadar y sumergirme una y otra vez en la piscina. Era de esas infinitas en forma curva e irregular. En uno de los costados, contaba con un jacuzzi al cual fui de inmediato y me acomodé. Cerré mis ojos y disfruté del hidromasaje.
No sé con exactitud cuanto tiempo pasó, pero si sé que cuando abrí los ojos y miré a mi alrededor, no había nadie a mi alrededor. Mi madre y mi hermana habían desaparecido. Yo estaba sola o eso pensé, hasta que vi a alguien emerger de la piscina.
Era el señor Lozano. No tenía puesto su suéter y al parecer nada más. Desvié la mirada abochornada y me di la vuelta con la intención de salir del agua. Esto no me gustaba.
No pude evitar gritar cuando sentí que me sujetaba. Luché contra sus manos, pero él me apretaba muy fuerte. Tanto que sentí sus partes íntimas.
Mis ojos se anegaron de lágrimas.
—¿Dónde están mi mamá y mi hermana? — pregunté luchando por soltarme. No quería que me tocara.
—Se fueron... No sabes lo feliz que estoy de que por fin nos dejen solos — dijo con voz ronca. Sus manos escurridizas manoseando mis pechos.
—¿Qué?— no, esto no podía ser. Esto era una vil mentira.
—Sí... —besó mi cuello. Luché contra su sujeción, pero mientras más luchaba, más se excitaba—. Ahora eres mía... vas a ser mi esposa... — mordió mi oreja derecha. Negué con la cabeza.
— No, eso no es cierto... — luché contra él con más fuerza y golpeé su barriga.
—Sí... sí lo es. La perra de tu madre me robó y la única manera de que yo no la mandara a la cárcel, fue entregando a su hija. Ahora eres mía... —negué con la cabeza.
—No... si ella le debe, le juro que trabajaré duro y mucho para pagarle, pero por favor, déjeme ir. — escuché su risa ronca en mi oído. Se arrimó más contra mí y la desesperación me sobrecogió.
—Claro que me vas a pagar... y claro que vas a trabajar duro por pagarme...
No pude evitar lo que siguió, por más que luché, grité y pataleé, fui golpeada y ultrajada ese día por Elías Lozano.
Nadie me ayudó, nadie vino a socorrerme y él hizo conmigo lo que le dio la gana.
Mi nombre es Azucena Díaz de Lozano y esta es mi historia.
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Gracias por leerme.
Aquí empezamos. Actualizaciones semanales.Dile No al plagio.
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Serie Real #2: Azucena
RomanceAzucena es una mujer valiente, tierna y dulce que por culpa de la vida descontrolada de su madre, se ve en una situación muy difícil que le dejará un peculiar regalo. Hans es un hombre frío, calculador e intransigente. Un cabrón. ¿Cómo reacciona u...