Caminaba lentamente de un lado a otro en medio de una bodega esperando que llegara. Esperaba a Alexander D'Angelo. Me había dicho que tenía información importante.
Negué con la cabeza. Nosotros por lo general éramos enemigos, incluso yo estaba por convertirme en socia de uno de sus mayores rivales. Elías Lozano.
De esa manera controlaríamos todo lo referente al centro del país.
Con todo eso en juego aún así acepté hacer la reunión con él.
Negué con la cabeza, la maldita curiosidad me estaba carcomiendo. Él me dijo que tenía algo que yo podía querer. Algo que había perdido hace mucho.
Yo hace mucho había perdido un montón de cosas, desde mi bebé, mi marido y las ganas de vivir. Aún no sabía qué me mantenía con vida. Después de perder a mi pequeña Ale ya nada había vuelto a la normalidad. Intenté con el tiempo volver a casarme, pero en este mundo no se puede confiar en nadie.
Pará muestra un botón. Yo. Aquí a punto de joder toda una negociación y entrar en guerra.
Pero ¿qué pierde alguien que ya lo perdió todo? Exacto. Nada.
Alexander llegó puntual, con ese andar tan confiado y resuelto. Era un hombre muy apuesto, pero todos sabían que él no estaba interesado en nadie más que en la madre de sus hijos bastardos y que su esposa estaba delirando por los huesos de su hijo bastardo Hans.
—Buenas tardes Margarita — asentí con la cabeza.
Detrás de mí mis hombres estaban todos armados al igual que los de él.
Tomé asiento en la mesa después de él. Traía en sus manos una carpeta que se notaba pesada.
—Al grano D'Angelo, no tengo todo el día— él asintió.
—Te dije que tenía algo que querías— menee la cabeza y puse los ojos en blanco.
—¿Qué te hace pensar que quiero algo? —me incliné en la mesa. Él muy bastardo sonrió.
—Por mera casualidad mi hija hace unos años conoció a la esposa de Elías Lozano y hace poco nos enteramos del calvario que ese hijo de puta le había hecho vivir— me puse de pie, no estaba aquí para perder mi tiempo.
—Si vienes a hablarme sobre la vida de Elías y su mierda, te sugiero que lo cortes no me interesa...
—Fue sorprendente saber cómo sufría, pero más sorprendente fue saber que se trataba de tu hija Alejandra— inmediatamente saqué mi pistola y apunté directamente entre sus ojos. Todos en la sala sacaron sus armas, menos él.
—Debería matarte por solo mencionar su nombre. Mi hija está muerta— él aquietó a sus hombres con un movimiento de su mano.
—No lo está, y tengo toda la información para que hagas pagar a aquienes te hicieron creer que sí — hizo otro seña a sus hombres y momentos después apareció ante mi una foto de mi prima Amapola golpeada. Tenía años que no la veía—. Esta es tu prima Amapola, ella robó a tu hija en el hospital e hizo creer que murió, lo cierto es que no fue así.
Empecé a temblar y negar con la cabeza.
—Esto no puede ser. Si lo que quieres es que deje mi sociedad con Lozano, buscaste una manera muy baja de hacerlo y te aseguro que vas a sufrir por ello — me puse de pie nuevamente y volví a quitarle el seguro a mi arma.
—Mira — sacó unas cuantas fotos de mi prima y mi difunto marido, Marcos. Un hombre que amé tanto y que por serme infiel con mi prima asesiné—. Ese es tu difunto marido y esa es tu prima. Cómo bien sé mataste a tu esposo por engañarte con tu prima y a ella por ser familia la perdonaste— me miró y rascó su barbilla. Mis ojos se anegaron de lágrimas. Negué con la cabeza—. Dejarla con vida fue un error que te costó a tu hija. — volví a poner el seguro a la pistola y la dejé sobre la mesa para poder tomar en mis manos las fotos de una hermosa niña, idéntica a mi de niña. Habían muchas fotos de ella desde bebé, hasta ahora. Éramos idénticas. Mi cuerpo empezó a temblar.
ESTÁS LEYENDO
Serie Real #2: Azucena
RomanceAzucena es una mujer valiente, tierna y dulce que por culpa de la vida descontrolada de su madre, se ve en una situación muy difícil que le dejará un peculiar regalo. Hans es un hombre frío, calculador e intransigente. Un cabrón. ¿Cómo reacciona u...