Capítulo #1

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Abrí los ojos lentamente para encontrarme en la cama. Había sido ultrajada otra vez por el que, hace unos días, se había convertido en mi esposo.

Todos los días era lo mismo. Llegaba, me obligaba a atenderlo y comer con él y luego destrozaba mi alma y mi cuerpo con sus brutales ataques. Sentía que no quería seguir. No quería vivir.

Sentía mucho asco hacia él y cada vez que me miraba, sentía ganas de vomitar y tanto asco que pocas veces lograba evitar volver el estómago.

Lo bueno de todo esto, es que él se estaba cuidando y así yo no quedaría embarazada. No quería un hijo en medio de todo este desastre. Quizá algún día yo podría salir, pero con un hijo en medio, me sería imposible y con sus posibilidades económicas, no cabría duda que lo perdería.

Bajé la mirada a su brazo sosteniendo mi cuerpo a su lado y las lágrimas de deslizaron por mis mejillas de la molestia, de la rabia y el dolor de saber todo perdido.

Yo había guardado esperanzas. Había tenido ilusiones, pero después de haber sido traicionada de esa forma por mi madre, no quería saber nada.

Ese día, el día en que él me violó por primera vez, fue horrible. No paró hasta que mi cuerpo no pudo más y caí en la inconsciencia. Lastimosamente, fue muy entrada la noche.

Él no había querido llevarme a un doctor para arreglar lo del control de natalidad, porque sabía el estado tan deplorable en el que me había dejado. Yo estaba toda moreteada. Llena de arañazos y chupetones aquí y allá también.

Mi rostro estaba hinchado y roto en varias partes por sus golpes.

Me sentía tan mal, que no quería nada. Mis intentos de escape habían terminado infructuosamente y las palizas me habían diezmado mucho.

Ahora el único escape al que aspiraba era a la muerte. Sí, quería morir. No deseaba seguir viviendo así. No toleraba su toque. Sus besos.

No lo toleraba a él.

Ya no me toleraba a mí misma.

Lo aparté de mí con cuidado y me puse de pie. Observé mi cuerpo y sin ganas de volver a ver este desastre, caminé al baño. Llené la bañera con agua y una vez estuvo lista, me sumergí en ella. Respiré debajo del agua y mi cuerpo poco a poco empezó a sacudirse, me estaba ahogando, pero eso se sentía bien. Por lo menos había podido decidir algo.

Por lo menos había acabado con esto.

******
Abrí los ojos al escuchar que me llamaban. Estaba en un hospital. Lo sabía por la serie de máquinas que profería ruidos a mi alrededor.

Intenté moverme, pero mi cuerpo estaba entumecido y alguien me sostenía. Bajé la mirada y quise llorar de la desesperación. Era él.

Había evitado que yo muriera.

Los sollozos no demoraron en aparecer. Sentía tanta impotencia.

Tanta rabia.

-Shh... shh... Todo va a estar bien mi amor - lo miré a los ojos y sentí que me partía por dentro. Que mi vida se había vuelto nada. Verlo a los ojos, ver su desquiciada expresión, me hizo ver que nunca saldría de su vista. Nunca sería libre a su lado.

-No... no - lloré viendo sus ojos. Unos ojos de un color tan gris pálido que parecía transparente.

-Todo va a estar bien, siempre y cuando no vuelvas a intentar dejarme... - besó mi mejilla y rehuí de su acercamiento. Temí por mí, al ver el desquicio en su mirada, pero luego me calmé. Nada había pasado. Él se había calmado.

-Vamos a ir a casa y tu vas a reponerte... te juro que todo va a mejorar siempre y cuando prometas no dejarme... - No entendía cómo un hombre como él podía hacer algo así. No lo entendía.

Él era uno de los hombres más codiciados del momento. Multimillonario, guapo e inteligente... Lastimosamente, estaba vacío espiritualmente. Tanto dinero para nada.

El dinero no daba la felicidad.

Después de darme el alta, regresé a casa. No entendía que pasaba, pero por más que dije que él me había secuestrado y violado, nadie hacía nada.

Había llorado, gritado y pataleado, pero nadie me creía o simplemente me ignoraban.

Mi regreso a la casa fue tranquilo. Él parecía estar nervioso, no me dejaba ni a sol ni sombra y todo estaba restringido. No iba a el baño sola, no usaba tenedores ni cuchillos, todo era vigilado.

Eso me hacía más y más miserable y eso él lo veía.

Mi depresión aumentaba con el paso de las horas y los días, viendo que se supone que las clases para mi maestría iniciarían en menos de una semana y yo no estaba allá.

Desgarraba mi alma perder mis metas y sueños.

Había llegado al punto de no hablar, no mirar y sólo respirar. Estaba como muerta en vida y eso estaba desesperando a mi esposo.

-Nena... - Se acercó a mí y acarició mi cabello. Despejó el mismo de mi rostro y besó mi mejilla. No me inmuté-. Te tengo una sorpresa... vamos a irnos a Italia... La sede de una de mis empresas está allá y ha estado teniendo problemas, sólo será un tiempo, pero pienso que como debo ir y quedarme a poner orden, podemos ir y así tu estudiarías tu maestría... quiero que lo hagas... quiero que estudies. Si algo amo y me vuelve loco de ti es tu inteligencia, la pasión con la que te mueves por tus metas... quiero eso... por favor... - mis ojos se anegaron de lágrimas y lo miré fijamente. Me mantuvo la mirada.

-¿De verdad? - pregunté viendo su rostro demacrado por la preocupación.

-Sí - besó mis labios y pudo importarme menos porque lo que me había dicho era más importante. Iba a poder estudiar...

Claro, debí saber que eso venía con una serie de condiciones, entre ellas, que él siguiera destrozando mi cuerpo y mi paz.

Volamos a Italia y en medio de todo el caos, conocí a la que se convertiría en mi mejor amiga. Amanda.

Ella estaba un poco loca, era lo opuesto a mí. Decía que su útero le hablaba y le decía cuando llovería, y debo admitir que siempre acertaba.

Sonreí. Ella me ayudó a salir un poco de mi oscuridad.

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Primer capítulo.

Espero les haya gustado. A partir de aquí veremos un poco más. Amanda va a ser pieza fundamental en esta historia.

¿Qué creen que va a pasar?

¿De qué trata la historia realmente?

Déjenme saber sus opiniones en un comentario.

Gracias por el apoyo. Nos leemos este fin. Avisaré si no puedo por medio de mi Instagram y el muro de Wattpad.

Besos.

Serie Real #2: AzucenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora