Capitulo IV

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IGLESIA- DÍA- BÁRBARA.

Ya ha pasado una semana, no es fácil verla en todo el pueblo pasearse junto a Joaquín tomados de la mano y con una sonrisa como si fueran los más felices. Ayer en la noche fui al cine y precisamente estaban ellos, mire a Mercedes a los ojos y se me formó un nudo en la garganta que ni fui capaz de saludarla, ella se asustó y trato de tomar mi brazo pero yo salí corriendo.
En el pueblo nadie deja de hablar del matrimonio de ellos, me duele el alma y por otro lado me siento tan sola en este lugar, La Elsa me acompaña unas veces pero verla a ella me recuerda a Mercedes y no sé qué es peor.
Hoy decidí venir a la iglesia necesito estar sola, pensar que pasará con mi vida ya que no me aguanto a Nicanor, tengo la idea de irme de este pueblo sola con mi bebé sin decirle a nadie.
Voy saliendo de la iglesia cuando me encuentro con Ernesto Moller y su familia, todos me miran de arriba a bajo me siento tan intimidada pero no les demuestro ningún miedo.
BÁRBARA: Buenas Tardes.
ERNESTO: Buenas Tardes, ¿Cómo va con su bebé? ¿ Y que hace una mujer en ese estado sola?
BÁRBARA: Mi bebé está muy bien y no estoy en ningún mal estado para no poder salir sola, el embarazo no es ninguna enfermedad.
Veo que Mercedes abre espacio entre su familia para saber lo que pasa.
ERNESTO: Claro… pero me imagino que su esposo como siempre trabajando, ya entiendo porque tiene que buscar por otras partes.
Toda la familia lo mira, fue una gran indiscreción, sus palabras me hieren tanto pero ya no hay ninguna razón para ponerme a discutir.
MERCEDES: PAPÁ, DEJALA YA POR FAVOR!
Se para en frente de su padre y le señala con el dedo.
MERCEDES:  A ELLA LA RESPETAS! NO TIENES NINGUN DERECHO A TRATARLA DE ESA MANERA.
En sus ojos se le nota la rabia pero cuando voltea y me mira su mirada cambia hay amor, esa ternura que brotaba cuando acariciaba mi rostro meses antes. Mis ojos están llenos de lágrimas no esperan ni un minuto y salen a flote.
Toda la familia está en silencio parece como si hubieran desaparecido y solo estuviéramos mi Mercedes y yo.  Ella se acerca a mi estamos tan juntas que fácilmente puedo acariciarla, miró su rostro y está inundado de lágrimas, cuando alza su mano para acariciar mi rostro se explota nuestra burbuja, Don Ernesto la toma del brazo y la jala fuertemente hacia el.
MERCEDES: Papá déjame por favor! Necesito hablar con ella.
ERNESTO: Ni loco la vuelves a ver.
Toda la familia le ayuda a montarla al carro, trato de salir detrás de ellos pero mi barriga no me da y solo veo a lo lejos como se va el carro y el amor de mi vida en el. Me tiró al piso a llorar, no me importa que todos en el pueblo me vean.

LimerenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora