¿A que tienes miedo?

Capítulo 4: Acorralada.

La luz del sol me ilumina la cara, estoy en mi habitación, trato de averiguar que ha pasado, todo sigue igual que anoche, los libros, el ordenador, todo, ¿era una pesadilla? Me pongo un jersey azul claro, unos vaqueros grises y unas converse rojas, bajo a la cocina, toda la casa huele a tortitas, no puede ser, hace años que mi madre no las prepara. Corro por las escaleras siguiendo el olor que me llega a la cocina, justo para contemplar como mi padre se va a otra habitación. Así que me siento y veo como mi madre, todavía con su pijama violeta y su albornoz amarillo prepara el desayuno.

-Mamá, no sé qué bicho te habrá picado hoy, pero ojala lo hiciera más a menudo. –Digo riendo mientras miro el móvil, todavía con los mensajes a Lara, ¿cómo? ¿No había sido un sueño?

-Mamá, ¿te falta mucho?, recuerda que viene a por mí un autobús. –No responde, ¿estará con sus auriculares con música de los 80s? Me levanto y me acerco a ella.

-Mamaaaaaaaá… -Se gira en el mismo instante en que la toco, no tiene rostro nada más que una sonrisa diabólica, caigo al suelo, estoy gritando, se acerca, me levanto y corro lo más rápido que puedo veo la silueta de mi padre, choco contra él, trato de cubrirme detrás de él pero no puedo, abre el único detalle que marca su pálida cara para reírse a carcajadas, estoy soñando, nada es real, ¡despierta Samantha! ¡Despierta!

-¡David! –Grito al verle en el patio jugando con su balón, su camiseta a rayas rojas hace que su cara blanca resalte, abre la boca, saca una lengua más larga que su cabeza, y me grita, ese sonido me deja un pitido en mis oídos durante un par de minutos. 

Estoy en el bosque otra vez, me persiguen, los monstruos me persiguen, ¡qué digo! Mi familia me persigue. Se están separando, me están rodeando, hay cientos, miles de monstruos con ropa, tropiezo con un árbol, me doy con una roca en el cabeza, despierto.