Capítulo 8

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-Entonces, ¿ya tengo otro papá?- El brillo de emoción se delataba en sus ojos.

Al casarse sólo tenían que invitar a las personas que fueran dentro del ámbito que contenía su contrato con Francis Lennon, los que tendrían que ser testigos del acontecimiento. Por lo tanto, al ser tan repentina la aceptación del ojiverde, no tuvo tiempo de conocer a Max.

Tan pronto se casaron, la noticia fue publicada en periódicos y noticias en televisión, al ser dos personas tan conocidas, era de esperarse que fuera de esa manera.
Tenían que tener cuidado en unos aspectos; si Francis se enteraba que era un matrimonio falso, prácticamente sería una de las razones por las que le quitaría su empresa, los obstáculos, que son como piedras dentro de tu zapato, los detectives molestos que siempre perseguían a Joel, o mejor conocidos como, paparazzis. A veces los encontraba fuera de su casa o de su trabajo. Y era complicado deshacerse de ellos.

Ahora iban camino a casa de Erick, para trasladarlo a la de ellos.

-Sí, pequeño.- Sonríe al ver como su hijo da un pequeño salto emocionado en su asiente mientras aplaude sonriente.

Siente culpa y su sonrisa se vuelve una mueca de tristeza al saber que esa emoción desaparecerá en cuatro meses. Sólo espera que Max no se encariñe demasiado con Erick.

Al llegar a su destino, no tiene tiempo de bajar del auto para desabrochar el cinturón al pequeño cuando éste ya estaba abriendo su puerta para salir disparado hacia una casa tamaño promedio de color azul celeste.

Corre tras su hijo al ver que él ya estaba frente a la puerta de entrada tocando el timbre. Un joven, demasiado alto y cabello teñido rubio, atiende la puerta.

-Hola, pequeñín.- Se agacha a la altura de Max. -¿A quién buscas?- pregunta suavemente.

-A mi papá- Dice con una sonrisa. El rubio sonríe al saber de quién se trata. -¿Eres tú?

El mayor ríe con ternura. -No, yo no lo soy, pero si soy tu nuevo tío.

Max abre su boca sorprendido y emocionado. La tapa con sus manos. -¡Tengo otro tío!- Lanza un grito amortiguado entre sus manos.

Joel llegó hasta los dos. -Hola, Joel, ¿cierto?- Le sonríe al rizado que le devuelve la sonrisa.

-Sí, tu Zabdiel, ¿hermano de Erick?- Recibe un asentimiento. Los deja pasar.

-¡Erick, llegaron tu esposo y tu hijo!- Joel, detrás de Zabdiel, siente el como su cara quema al igual que su cuello. Al ser un contrato de la familia Pimentel, sólo ellos sabían sobre eso, la familia del azabache no tenía idea de que era un matrimonio por contrato. Por lo tanto, el rubio no se da cuenta de la vergüenza que recorre al rizado.

Entre menos personas sabían sobre el contrato, era mejor la actuación.

Esto quiere decir, que al saludarse tendrán que hacerlo como toda una pareja.

-¡Yo voy por él!

-Max, n..-

El pequeño corre escaleras arriba y llega hasta una puerta color blanca que está entre abierta. Sabe que es la de su nuevo papá, ya que tenía pequeñas letras talladas en ella con la palabra "Erick".

Sin esperar más y con la emoción recorriendo su cuerpo, empuja la puerta encontrándose con una habitación de color verde con detalles blancos. Había estantes ya vacíos, un escritorio en donde se encontraba una computadora, una cama no tan grande que abarcaba poco espacio y una ventana abierta al fondo del lugar. Al observar detrás de él, encontró una puerta más con la luz siendo apagada y un ojiverde saliendo de ella. El rizado levanta su cabeza para observar al hombre, una sonrisa se fue deslizando por su rostro y su emoción se salió de control, se apresuró hasta el ojiverde el cual lo miraba desconcertado, y lo rodeó con sus pequeños y delgados brazos formando un abrazo. Erick un poco confundido, se posiciona de rodillas contra el suelo y lo abrazó también al recordar lo que Zabdiel había gritado desde la palanta baja. Éste pequeño niño que lo estaba abrazando, sería su nuevo hijo, por cuatro meses.

-¿Cómo te llamas?- Le pregunta el azabache al separarse del abrazo. Aunque ya sabía su nombre, quería empezar de cero con el pequeño.

-Soy Max, ¿tú eres mi nuevo papá?- Los ojos del menor brillaron esperanzado por una respuesta afirmativa.

Erick sonríe por la ternura del rizado y asiente acariciando con cariño el rostro del pequeño.

Un agitado Joel, por subir tan rápido las escaleras y tratar de encontrar la habitación, los encuentra en esa posición y sonríe aliviado al ver cómo su hijo está cómodo en brazos de Erick.

El ojiverde se da cuenta de su presencia y lo mira. Los ojos de Joel se encuentran con sus orbes verdes y siente un revoltijo en su estómago. "Tengo hambre", piensa inocentemente el azabache.
Al tener a Max presente, no saben cómo saludarse. Un nerviosismo se refleja en su cara, Joel lo nota y decide hablar él.

-Hola, amor.- Una sonrisa divertida se muestra y el ojiverde rueda los ojos. De reojo observa la reacción de Max, el pequeño los mira curioso y espera la respuesta de Erick al saludo de su padre.

-Hola, Joey- Se acerca al más grande sus ojos viajan hasta sus labios, el rizado hace lo mismo y acerca su rostro un poco más, aunque ninguno lo admita, la tentación por volver a sentir los labios del otro se vuelve intensa, pero el ojiverde se empieza a reír y Joel le da una mirada confundida, sus narices se rozan, sin embargo, el ojiverde ladea su rostro y se acerca a la mejilla del otro dejando un beso allí, el rizado siente un cosquilleo en esa parte y un sonrojo sube desde su cuello hasta sus mejillas. Su vergüenza aumenta cuando se da cuenta de lo que realmente esperaba.

Quería besarlo de nuevo.

Esposo por contrato • Joerick • TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora