CAPITULO 1 - MEDIA NOCHE-GRANIZADA-UN TERRIBLE VISITANTE- EL VAMPIRO

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--"Como desde las tumbas se levantan los muertos. Y como el horrible aire de la noche crece Con gritos!"

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Los solemnes tonos del reloj de la vieja catedral han anunciado la media noche -el ambiente es denso y pesado- extraño, la muerte, como la quietud invade toda la naturaleza. Tal y como la calma siniestra precede por lo general al fenómeno de estallido en algunos elementos, los cuales parecen haberse detenido incluso, en sus oscilaciones normales, para acumular la tremenda fuerza necesaria para su posterior esfuerzo. Un débil trueno proviene desde lo lejos. Como la señal que da un arma para que la batalla de los vientos comience, los cuales parecen despertar de su letargo, y luego otro, horrible, como un huracán de guerra que barre toda la ciudad, produciendo más devastación en los cuatro o cinco minutos que duró, que lo que ocasionaría medio siglo de fenómenos ordinarios.

Era como si un gigante hubiera soplado sobre una ciudad de juguete, diseminándose hacia muchos de los edificios antes de que la oleada de aire caliente de su terrible aliento llegara; y tan rápido como llego, así mismo cesó, y quedo todo tan quieto y callado como antes.

Aquellos que descansaban despertaron y pensaron que lo que habían oído debía ser producto de una confusa quimera de un sueño. Temblaron y de nuevo volvieron a dormir.

Todo está en calma-extremadamente. No es un sonido lo que rompe la magia del reposo. Qué es? -extraño, un ruido de golpeteo continuo, ¿como el de un millón de pies de hadas? Es granizo-, una granizada se ha desencadenado sobre la ciudad. Las hojas caen de los árboles, mezclándose con pequeñas ramas; y las ventanas que se oponen a la furia directa de las partículas de hielo, se rompen, y el estático reposo que antes era tan notable en intensidad, es reemplazado por un ruido que, acumulándose, ahoga cada grito de sorpresa o consternación, que aquí y allá elevaron las personas que encontraron sus casas invadidas por la tormenta.

De vez en cuando, también, llegaba una repentina ráfaga de viento que con fuerza soplaba lateralmente y que, por un momento, mantenía a millones de piedras de granizo suspendidas en el aire, pero sólo para lanzarlas con una fuerza redoblada hacia una nueva dirección, en donde había más daño por hacer.

Oh, cómo rugía la tormenta! Granizo-lluvia-viento. Era, en verdad, una Noche Horrible

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Hay una vieja recamara en una antigua casa. Curiosos y pintorescos grabados adornan las paredes, y la gran repisa de la chimenea es en sí misma una curiosidad. El techo es bajo, y hay un gran ventanal, que baja desde el techo hasta el suelo, apuntando hacia el oeste. La ventana está enrejada, y adornada con curiosos vitrales de ricas piezas, que proyectan una extraña, aunque hermosa luz, cuando los rayos del sol o la luna brillan en la estancia. Solo hay un retrato en esa habitación, aunque las paredes parecen estar revestidas con el expreso propósito de contener varios cuadros. Es el retrato de un hombre joven, de pálido rostro, de gesto majestuoso, y una extraña expresión en sus ojos, que nadie se preocupaba en mirar dos veces.

Hay una cama señorial en la estancia, hecha de nogal tallado, de un rico diseño y elaboración; una de esas obras de arte que deben su existencia a la época isabelina. Con seda suspendida desde unos muebles de damasco; con una cabecera adornada en sus esquinas con plumas‒cubiertas de polvo, dándole un aspecto fúnebre a la habitación. El suelo es de madera de roble.

¡Dios! Como se estrellaban los granizos contra el antiguo ventanal, era como si se imitara la descarga de un mosquete, tratando de chocar, golpear, y agrietar los pequeños cristales; pero resistían ‒su pequeño tamaño les salvaba; el viento, el granizo, la lluvia, emplean su furia en vano.

VARNEY EL VAMPIRO; O, EL FESTÍN DE SANGREWhere stories live. Discover now