Belleza constante

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Dentro de las coloridas murallas de la Ciudad de Dioses, en el patio interior al que los sacerdotes denominaban "el patio de Hoja y Agua" los caballos saciaban su sed en las fuentes con la forma de la diosa Agua mientras las palmeras se balanceaban con la leve brisa que siempre soplaba cuando anochecía. Los invitados observaban las olas que provocaba la corriente del río Sagrado al llegar al lago, con el sol escondiéndose detrás de la línia del horizonte. Yanos se bañaba en el agua sagrada, se la tiraba por la cabeza y buceaba intentando atrapar algún pez dorado de los que vivían en el río. Los sacerdotes los llamaban espias de Agua.
<<No me parece que espien>>Pensó Yanos.
Había intentado llegar nadando a la isla dónde vivían los siervos de Agua, los tertianos, pero las corrientes eran tan fuertes que no pudo nadar ni un metro sin undirse. Los tertianos estaban recubiertos de escamas protectoras y aletas en manos y pies para nadar en las corrientes en que un simple humano se undiría. Tenía un caparazón tan duro que cuando morían los piratas de las Islas del Leviatán saqueaban sus tumbas, los piratas más crueles secuestraban tertianos y les sacaban los caparazones, cosa que hacía que no tardasen en morir.
Nado un rato más antes de salir y vestirse. Después se quedo mirando como anochecía lentamente en la Ciudad De los Dioses.
—Príncipe Yanos — Le gritó un sacerdote un sacerdote verde, siervo de Hoja.— Sus habitaciones ya están listas para entar. ¿Tendría la bondad de acompañarme porfavor? Le dijo educadamente el sacerdote de Hoja.
—Claro ahora mismo, iré a avisar a mi padre y os seguiré enseguida . Respondió el príncipe Yanos de Valtynos.
—Su padre está reunido con el Sumo sacerdote y los Máximos representantes discutiendo temas de estado no sería adecuado molestar al Rey.
—Claro, claro.
Se levantó con un ágil salto y siguió al sacerdote verde. Atravesaron el patio de Hoja y Agua apresuradamente sin parar un solo momento.
El templo príncipal de Sol y Luna estaba situado en un montículo por encima de las otras torres. Era una gigantesca estructura de seis torres conectadas a una cúpula de colores inmensa y llena de pináculos. Por debajo del montículo se alzaba el ala dónde dormían los monjes de Hoja, delante del patio de Hoja y Agua. Encima de esa ala había la torre de Hoja, verde y reluciente.
Entraron en el edificio principal, en la que se encontraba la sala común de los sacerdotes y el templo mixto, junto al Gran Pasillo.
La puerta estaba religiosamente decorada, como la principal y al entrar lo primero que todos hacían era alzar la vista. Era un pasillo larguísimo, en el que las columnas de colores se íban inclinando hacía el centro y acabavan en unas lámparas gigantescas que iluminaban todo el pasillo. Se cruzaron en el pasillo con varios sacerdotes, de todos los colores, pero ninguno les dirigió la mirada ni se desvió de su trayectoria.
<<Parece que nos tienen miedo >> pensó Yanos.
Siguieron caminando por el pasillo durante lo que a Yanos se le hicieron horas, pasaban y pasaban puertas de colores y medidas diferentes. El sacerdote paró bruscamente delante de una gran puerta naranja.
<<El color de la hospitalidad valtyria>>
—Por aquí porfavor, la escalera lleva a la Torre de los Visitantes.
Sacó una llave de debajo la túnica, abrió la puerta y siguió caminando sin decir una palabra ni mirar atrás. Subieron y subieron escaleras sin colores, lo que le pareció raro.
Paró en la última puerta de la torre, la más alta.
—Estos son sus aposentos, príncipe Yanos de Valtynos. Dijo el sacerdote.
Me abrió la puerta de madera ruda y pude ver el interior. Era una habitación amplia, muy amplia. Estaba llena de ventanales que daban  a una terraza que rodeaba la habitación. Había una chimenea apagada y una cama con mantas de muchos colores. De las paredes caían tapices traídos de la lejana Milandia, había un arcón y un tocador.
—E..esta habitación es muy lujosa no debería corresponder a mi señor padre? Preguntó.
—Esta habitación estaba asignada al Rey de Valtynos pero su padre insistió en que usted se alojára aquí. Respondió él.—Cuando Luna salga la comida se servirá en el Gran Comedor Común, será un honor recibirlo, príncipe.
—A...—antes de que acabara el sacerdote dijo.
—Si me lo permite, quiero retirarme a rezar a mi dios—dijo cortante.
—Si...claro—le respondió Yanos sin saber que decir.
Cerró la puerta y se fue.
<<Que grosero>>
Yanos fué hacia la cama y se tiró en ella. !Que cómoda y mullidita estaba!
Sin darse cuenta cerró los ojos y se durmió. Despertó cuando acabava de anochecer. Alguien llamó a la puerta diciendo que lo esperaban en el Gran Comedor Común, él le dijo que íba ahora mismo. << Debería que ir al comedor>>
Pero sin embargo se dirijió a la terraza y se apolló en la barandilla de piedra
<<Que bello es este sitio>> Íba viendo como se abrían las luces que parecían flotar encima de las torres y puentes de la Ciudad de Dioses. Durante la noche no se apreciaban los colores de los edificios pero no dejaba de ser bello, tan bello que hacía que se derramasen las lágrimas. << Debería ir al comedor>>
Se lo pensó mejor.
<< Que esperen.>>

Memorias  de ValtynosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora