"El diario de una estrella"

Capítulo 4: Un plan y un nuevo destino

La reina Serenity esperaba a las senshis en el salón de reuniones del palacio, se veía algo cansada.

— Te desvelaste anoche, ¿no es así? —preguntó Luna, quien estaba con ella esperando a las demás.

— No puedo dormir tranquila sabiendo que hice tanto daño, Luna. —explicó Serena.

— ¡No digas eso! Si te entregué aquel diario, no fue para que sufrieras o te culparas de ello —interrumpió Taiki, quien había entrado al salón—. Lo hice para que conocieras en profundidad los sentimientos de Seiya.

— ¿Un diario? ¿De Seiya? —preguntó Luna.

Serena asintió.

— No pretendo confundirte a estas alturas... Seiya ni siquiera está aquí ahora. Yo quería que sus sentimientos no murieran junto con él, creí que debías saberlo. —explicó Taiki con un dejo de tristeza.

Luna observaba a Serena con atención. Ella asintió en silencio e intentó darle una sonrisa a Taiki.

— Veo que estás mejor. Te ves mucho más fuerte hoy, Taiki.

— Eso es gracias a ti. —dijo Taiki con ternura.

Las demás Sailors comenzaron a llegar, Mercury fue una de las últimas en acudir al salón, tropezando de frente con Taiki, a quien apenas pudo mirar a la cara.

— Buen día. —saludó Taiki de forma cordial.

Amy respondió su saludo con un hilo de voz y se sentó lejos de Taiki.

Una vez reunidos, Artemis tomó la palabra.

— Voy a empezar a hablar yo, porque nuestra reina está muy afectada aún —anunció el gato blanco —. Como bien saben, Taiki ha venido a avisarnos de una batalla reciente con los seres malignos de un planeta llamado "Dark 51". La princesa Kakyuu ha luchado para encerrar a los enemigos, sello que se romperá dentro de cuatrocientos años. Nosotros seremos los únicos vivos, debido a que el cristal de plata que posee nuestra Serenity, es el único en la vía láctea capaz de conceder juventud y una vida estimada de mil años.

— Cabe mencionar que, te entregamos nuestras más sinceras condolencias por la muerte de Sailor Healer, quien entregó su vida en aquella despiadada batalla. —dijo Luna con tristeza.

Taiki y las scouts bajaron la mirada con congoja. Sailor Venus apretó los puños con fuerza e intentó no echarse a llorar.

— Se los agradezco. Sé que sienten la pérdida de Healer tanto como yo. La ausencia de Fighter en esta batalla también fue notoria, tal vez si hubiese estado con nosotros, las cosas no hubiesen sido tan difíciles. —dijo Taiki y se le quebró la voz.

Serena apretó las mandíbulas con fuerza e impotencia.

— ¿Por qué no intentas vivir por el momento en nuestro planeta? Podrías ir en busca de la princesa Kakyuu y vivir aquí un tiempo. —sugirió Saturn, quién se había convertido en una hermosa joven.

— Te lo agradezco, pero la princesa quiere volver a Kinmoku para reconstruir el reino. La gente ha quedado desamparada, debemos volver pronto. Actualmente ella está encerrada en el propio cristal, así que debo acompañarla. 

— Gracias por confiar en nosotras, si necesitas algo más no dudes en pedirlo. —dijo Jupiter.

— Así es, nosotras derrotaremos a esos sujetos. Vengaremos la muerte de Healer y devolveremos la paz a la vía láctea. —dijo Venus con decisión.

— Son muy fuertes. Una vez que la oscuridad de estos seres te envuelve, se devora tu luz por completo... Los seres del planeta Dark 51 se deslumbraron por el resplandor de las estrellas de Kinmoku, haciéndolos viajar hasta allá y atacando. La princesa Kakyuu se dio cuenta de que la única forma de derrotarlos era transportarse hasta aquel planeta, ubicar la sombra madre para encerrar a todas las demás sombras. Mientras estábamos ahí, me encontré acorralado por aquellas sombras, me consumían a tal punto que perdí mi transformación. La princesa Kakyuu luchaba, resplandecía con el cristal de Kinmoku, guiándome. Pero yo estaba lejos de ella, no podía llegar hasta allá... mis ojos se cerraban, estaba muriendo en esa fría penumbra, cuando una luz se puso delante de mí y disipó a las sombras —explicó Taiki temblando—. Healer me gritaba que me fuera, mientras las sombras se abalanzaban sobre ella.