RECUERDOS DE UN TIEMPO PASADO

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-Estaba pensando... ¿Quieres conocer a tu papá?- pregunto un hombre castaño mientras alzaba a un pequeño niño y lo sentaba con delicadeza en su regazo, le abrazo mientras acariciaba con cariño su espalda.

-No quiero- respondió el pequeño. Un niño de casi cinco años, a veces le recordaba a su buen amigo Kagami. Y no es que tuvieran un parentesco familiar, nada de eso, salvo tal vez el cariño que; como autonombrado tío este le tenía.

Era su cabello, este era algo asi como de dos colores. Castaño oscuro con rojo. Un rojo herencia de su padre varón. Y no empecemos a describir sus ojos.

-Él está en todo su derecho de saber de tu existencia ¿No crees? ¿No quieres convivir con él?-

-No quiero, no después de lo que ahora se-

Se arrepentía tanto de no haber prestado atención esa noche hacía dos años. Su hijo, quien creía dormido había bajado las escaleras en busca de algo que le refrescara. Él se encontraba con Kagami en la cocina. Había venido a visitarle y saber cómo estaban.

Entonces le escucho. Kagami repetía las palabras que le había contado el día que se marchó.

"No vales la pena" había dicho, "No eres suficiente y mucho menos una chica"

Asi que aunque en ese momento no sabía de qué su amado retoño estaba ya en su interior, su hijo decidió que, debido a esas palabras. Él tampoco lo valía. Su padre.


-No te hagas ideas erróneas cariño, ni seas tan testarudo. A todo esto ¿Qué tienes en la mano?-

-No lo soy, yo soy como soy y es medicina, para tu dolor de cabeza... además... Mami... tengo hambre-


El castaño sonrió. Su hijo siempre se daba cuenta de sus malestares, vio el reloj en su muñeca izquierda notando la hora. Tomo el par de pastillas de la pequeña mano y las trago, alcanzando el vaso con agua que siempre mantenía en su escritorio.


-Al estofado le faltan unos diez minutos, se paciente y... ¿Qué te he dicho de andar hurgando en la "farmacia"? Pero gracias amor-

-Note tu malestar hoy en el desayuno, sabía que empeoraría, además tienes medicinas caducadas, no te preocupes, las tire-

-Que hare sin ti Enji...-

-No se... pero mami; siempre voy a protegerte ¿El tío Taiga vendrá a comer?-

-No lo sé, depende de a qué hora salga de la estación-

-Bien... iré a terminar mi tarea-


El niño bajo de sus piernas, acomodándose la ropa, intentando alisar las arrugas inexistentes de su uniforme de preescolar.

"Seguro que él era asi de pequeño, si supieras que son tan parecidos hijo"


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