Fue durante una práctica cuando sucedió.
Ahí estaba la maldita cadena que se suponía debía aparecer en algún momento de su vida. Supuso tenía suerte, para otros esa cadena aparecía ya muy tarde en su vida, él tenía apenas veinte años. Al parecer tendría toda una vida por delante con su pareja destinada.
La cadena comenzó a jalar su cuerpo con una fuerza que no pensó lograría tener, así que apresurado se retiró los patines, tomó sus cosas y salió de la pista. Nadie le preguntó a dónde iba, tenían su respuesta al ver el delgado hilo dorado colgar de su muñeca.
Su corazón latía fuerte mientras caminaba, antes, mientras aún esperaba apareciera ese signo, siempre se preguntó porqué debía ser una persona en concreto con la que debías compartir por siempre tu vida, por qué no podía ser alguien que tú mismo escogieras sin más, así que intentó con muchas personas lograr ese lazo, pero siempre terminaba sintiendo ese extraño vacío en su interior, que se hacía aún más grande cuando la otra persona se alejaba porque ya había aparecido su persona especial y él era dejado de lado.
La cadena dio otro tironcito que lo sacó de sus pensamientos y volvió a apurar el paso. Esperaba no tener que viajar o algo así. Se suponía la otra persona también estaba siendo empujado hacia él por la delgada cadena, en algún punto debían coincidir, pero no sabía cuán lejos estaba la otra persona. Cuando por fin la cadena dejó de arrastrarlo, frente a él estaba un pequeño niño. No tendría más de siete años y ahora lo miraba como si fuera una molestia y de su muñeca colgaba el final de la pequeña cadena que colgaba de la suya.
- Esto tiene que ser una broma - murmuró antes de darse la media vuelta y comenzar a caminar, cada vez más rápido pues esa maldita cadena no dejaba de tintinear intentando hacerse más corta para acercarse el niño.
- ¡Oye! ¡Espera! - gritó el chico que estaba siendo arrastrado mientras él caminaba - anciano, que te detengas! - gruñó el niño.
Si creía con eso se detendría estaba muy equivocado, apresuró más sus pasos hasta que escuchó un golpe seco, que indicaba que el niño se había dado contra el suelo y que hizo que Victor por fin se detuviera.
- ¡Lo siento! - maldijo por dentro mientras se acercaba a ayudarlo.
- ¡Por eso te dije te detuvieras!- le respondió el niño, quien ahora tenía sus ojos, de un hermoso color verde, llenos de lágrimas. - anciano idiota - murmuró mientras se limpiaba los ojos con la manga de su suéter.
Definitivamente eso tenía que ser una broma. ¿Cómo podía ser ese niño su persona destinada? - ¿te lastimaste algo? - preguntó mientras aún trataba de consolarlo. El niño subió su pantalón para ver su rodilla, ahora roja por la sangre que salía gracias al raspón.
- es tu culpa - gruñó, aún con sus ojos llorosos.
- ¡Yuratcha! ¿Qué estás haciendo? - el hombre mayor, que se había acercado de repente llamando al niño, se quedó de pronto congelado y Victor estaba seguro, por la cara que había puesto al notar la delgada cadena que unía su muñeca con la de Yura, que el señor ahí mismo se desmayaría.
- oh.. Yura - solo murmuró mientras se acercaba a ellos, tan lloroso como lo estaba su nieto. - me da gusto encontrarás pronto a tu persona destinada - dijo mientras acariciaba la cabecita del niño, pero la mirada que le dió a Victor, parecía que no le daba tanto gusto fuera él esa persona.
Tras darle una pesada y larga mirada, como si lo estuviese evaluando, el hombre mayor asintió - puedes quedarte con nosotros esta semana - declaró mientras tomaba a Yura en brazos y comenzaba a caminar, obligando a Víctor a caminar tras ellos.
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Fatum
FanfictionUna alma gemela está destinada a aparecer para cada persona, pero a veces no es como siempre lo soñaste.