Capítulo 5: "Al mal tiempo, buena cara"

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Todo el día no llegué a pensar en otra cosa que no fuera en cómo sería mi primer día con Leopold, así que al salir de clases, tuve que tomar el autobús próximo que iba desde Bjuv hasta Helsingborg para tener que llegar hasta la villa de los Engström. Así que al tomarlo, en el camino empecé a escuchar música para hacer las tareas y estudiar un poco en el transcurso que voy a llegar hasta allá.

Me sentía un poco acosada al darme cuenta como muchas personas se han quedado mirándome al ver que hago tareas en el autobús pero en realidad, solo lo hacía para avanzar y no llegar a dormirme tarde; como él autobús casi no se detuvo en algunas estaciones, llegué temprano a la Helsingborg, así que para apresurarme más tuve que correr en todo el camino para poder llegar a tiempo, ya que no sé llego a ver ningún taxi que podría llevarme hasta la villa, pero apenas unos minutos pude llegar a durar en seguir corriendo cuando se me fue rápido el aire de los pulmones que varias veces me quede a recuperar el aliento, teniendo que sentarme en la orilla de la calle o quedarme apoyada en un muro.

Al llegar tuve que avisarle al guardia de vigilancia quien soy exactamente y a que vengo a la villa de los Engström; así que pronto al ver en una hoja y buscar mi nombre en ella, pronto el mismo guardia me abrió el portón de hierro para pasar y así confirmar por medio de su radio, mi llegada. Camine por todo lo largo del jardín de la villa hasta que terminé por ver la casa, como también llegué a encontrarme rápido con el señor Frank quien está en frente de la puerta con sus manos detrás de su espalda y con una enorme sonrisa en sus labios.

—Buenas tardes, señorita Nyström —me saludo él amablemente.

—Buenas tardes, lo siento por la tardanza... —me interrumpió viendo su reloj.

—Acaba de llegar a tiempo así que pase. —Me fui detrás de él.

Para mientras que entraba a la bonita casa, dejé el bolsón aun lado de un sofá para luego tener que ir directamente a la habitación de Leopold, debido a que ambos señores no se encontraban en la casa, ya que el señor Engström se encontraba trabajando para mientras que la señora Veronika andaba haciendo las compras así que antes de entrar a la habitación dejé ir un largo suspiro para luego tocar la puerta y pasar, pero apenas solo cerré la puerta para ver cómo sus pupilas azul oscuro de Leopold se elevaban hacia arriba y luego dejaba ir un gruñido algo escandaloso.

—Te dije que no te quería aquí —Enarqué mi ceja por si me estaba confundiendo con otra persona —, sé que eres tú, Liv.

— ¿Cómo sabes que soy yo? —frunció su boca.

—Recordé el olor de tu perfume y porque tenía ya la idea concreta de que vendrías —lo primero que me dijo no me lo esperaba.

— ¿Quieres que comencemos ya con el entrenamiento? —me acerqué a su cama.

—Esto es estúpido, ya te dije que no y no me moveré —protestó como un niño pequeño.

—Por favor Leopold, no seas inmaduro. Yo te ayudare a que salgas de este lugar —dio una carcajada.

—Liv, no te has dado cuenta que hoy, mañana y siempre tendré que vivir en miseria por mi problema de no ver jamás, así que no me menciones de nuevo que me ayudaras porque perderé la paciencia y no quiero que mi día terminé de mal en peor —argumento sin tenerse piedad.

—Aun así puedes salir de eso sin necesidad de poder ver —su rostro se tornó más oscuro.

—Dime de que manera te hago entender que jamás volveré a tener mi vida de antes Liv. Para empezar los días para mí ya no existen porque no puedo ver la luz del sol o ver el reflejo de la luna —comentó con una voz llena de amargura —y para terminar no puedo salir adelante sin que nadie me indique que debo de hacer; porque a partir del resto de vida que me queda, siempre tendrán que tomar las decisiones por mí en vez de que yo las terminé eligiendo. —Resaltó su voz.

Ojos que no ven, amor que se sienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora