VIII

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Esa no era la voz de Alan, ni la de Ronald, era la voz de aquel maldito... No era hora de maldecir, Grell decidió esconderse bajo la cama, no podia moverse demasiado pero era suficiente para poder evitarlo.

-Grell...-Inhalo profundamente, percibiendo el olor de Grell en todo su esplendor.- Sé que estas por aquí, huele a ti.

Sebastian recorrió el cuarto en busca de aquel pelirrojo. Cuando no lo encontró, decidió seguir puramente su olor.

De pronto Grell sintió un jalón en las piernas, tan fuerte que lo sacó de debajo de la cama; Las manos frías de Sebastian le recorrieron el torso, y tan pronto como toco su pecho, su corazón se alivió, ya no sentia aquella molesta y dolorosa punzada.

-Hola Grell, veo que has estado cuidándote bien...

-Suéltame jodido demonio.-La punzada volvió; quitándole el aliento, sofocándolo.

-Shh... tranquilo... respira, estarás bien. Vengo a hablarte de ese mismo tema.

-No quiero escuchar nada de lo que tengas que decirme, tan solo has tratado de hacerme daño.- Sus ojos se llenaban de lágrimas, Sebastian intento sentar a Grell en la cama.

-Siéntate por favor, tenemos que hablar; No te volveré a hacer daño, solo... escúchame.

Grell aun desconfiaba de Sebastian asi que se sentó en el sillón a un lado de la cama, donde habia una guadaña del tamaño de un cúter. Tan solo por protección.

-Escucha Grell, me disculpo, me disculpo por todo, y-yo sé que no he sido la mejor persona. Ni una buena pareja... Solo vengo a explicarte...

-¡¿Qué?! ¡¿Qué es lo que me tienes que explicar cuando ya me dijiste que no quieres a este bebé?!-cada vez la punzada se hacía más fuerte.

Sebastian volvió a calmar a Grell. El pelirrojo estaba más que listo para atacar a Sebastian si se acercaba.

-Espera... tranquilo, ya dije que no te haría daño. Tan solo quiero explicarte el riesgo que corres al cargar con ese bebé.

-¡¿Cómo creerte?!

-¡Porque es mi hijo! Yo lo sé porque a menos que sea el ADN de otro shinigami estas en peligro, y en este momento, ¡Créeme cuando te digo que no se si eso me haría feliz o me haría enojar! No lo sé Grell. Estoy seguro que si me dijeras en este momento que ese bebé es de otra persona menos yo o cualquier otro demonio estaría saltando de la alegría.- Vio a Grell con los ojos llenos de lágrimas, a punto de pronunciar aquellas palabras "así que no lo querías"- Pero no es por eso Grell, yo queria formar una familia, sí, créeme que sí. ¡Pero nosotros, nosotros los demonios no podemos!

Grell estaba intrigado por aquello. Por fin decidió escuchar a Sebastian, sin bajar la cuchilla.

-Nosotros somos... un paracito, los bebés que tenemos son engendrados por humanos o Shinigamis que eran forzados... Yo no quiero que sea asi...

-Pero no me has forzado a nada... fui yo quien lo decidió.

-Aunque fuera asi Grell, nosotros no somos como las otras criaturas, nosotros nos alimentamos de almas... y ese parac...- Sebastian se aclaró la garganta y corrigió.- bebé que estas cargando, está acabando contigo de la manera más cruel... en cuanto haya tomado suficiente de ti, se abrirá paso por tu cuerpo... no es bonito de ver... t-te destrozará.

-P-pero yo estoy bien, no me pasara nada. Simplemente necesito ayuda.

-No lo entiendes, necesitas abortarlo ya, antes de que te mate.

-¡Pero así, yo lo mataré a él!

-¡Es un paracito!

-¡Es mi hijo!

-Grell, no puedo obligarte a algo, pero puedo decirte que ese bebé, si es que lo llegas a tener... no lo consideraré mi hijo... pero si en ti queda algún rastro de cordura, lo abortaras, y entonces serás bienvenido en mis brazos...Si es que en verdad quieres un hijo... podemos adoptar u optar por... p-por el ADN de alguien más.

-¿Me estas proponiendo tener sexo con otro hombre?

-N-no no lo sé, ¿sí? Pero por favor considéralo... es tu vida la que está en riesgo.

Sebastian se dirigió a la puerta, la abrió con delicadeza y se fue.

Sin duda Grell no habia considerado eso... la posibilidad de que alguno de los dos muera... era doloroso pensar que si él llegara a morir, su bebé estaría solo en un mundo donde todos quieren exterminarlo.

No dejaría que eso ocurriera.

DueleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora