Ruru Dan

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                                                          Ruru Dan

                                                          Parceria

                                                           210-DC

Un muchacho de tez bronceada y barba al ras de un mentón cuadrado empezaba su día y miraba por la ventana las calles de Átogob, ciudad capital del reino Parceria. Reino vecino de Venek, los granos de café que se daban en Parceria eran únicos en todo Pisiente, la gente que se dedicaba a trabajar los granos de café para crear esplendidas mezclas que las lenguas más exigentes del reino pudieran degustar y aprobar era muy respetada, nobles de todo Pisiente iban a Parceria para visitar a los cafeteros con mejor fama, otras personas decidían darles la oportunidad a nuevos cafeteros pero igual de hábiles en la materia, y a veces, hasta mejores. Era muy temprano por la mañana, el Joven Ruru Dan salió a la calle para continuar sus ventas, había conseguido robarle una daga muy valiosa al príncipe Westie de Venek, es por eso que era perseguido y sólo pensaba en vender la daga al mejor postor, generar suficiente dinero para conseguir llegar al castillo real de Gerifaltown después de que los tres caballeros de los hijos de Raen y Naúr fueran elegidos tras el torneo de Aguasrojas que sería en sólo unas cuantas semanas. Cuando eso pasara pensaba aclarar cuentas que tenía contra su hijo mayor de los reyes. Pero nada de eso era excusa suficiente para negar la realidad, Ruru había traicionado a su príncipe y a su reino en sí.

"Lo quiero vivo o muerto, preferiblemente vivo porque los muertos no sufren."

Eran las últimas palabras que Ruru recordó haber escuchado salir de boca de la reina Sház antes de escapar.

Caminó media hora por las calles de Átogob, el olor del café mañanero proveniente de los establecimientos cercanos era un deleite, el clima era agradable, no hacía mucho calor ni mucho frío y las personas daban los buenos días. Ruru respondía de la misma manera pues tenía una sonrisa de oreja a oreja, estaba feliz ya que dentro de poco vendería la mítica daga que robó al príncipe Westie, la daga "silencio inmediato" nunca la había usado pues quería que la hoja mantuviera ese filo y ese brillo que la hacía tan especial, así cualquier comprador en Pisiente no se podría resistir a tener tal reliquia tan mítica. Aquella daga tenía símbolos en un idioma raro, algo que parecían unos rectángulos en el centro del arriaz llamaba su atención. La gente de Pisiente decía que las armas mágicas o míticas tenían simbología extraña que ni los primeros hombres habían descifrado, pero a él poco le importaban las historias de abuelas, pronto tendría suficiente dinero para encarar a aquél personaje que tanto daño le hizo en el pasado. Se había metido por varias calles siguiendo el mapa que le había dejado su comprador, mientras más se acercaba a su ubicación menos gente había hasta que llegó a una calle completamente desolada.

Divisó un caballo negro a lo lejos y una mujer con un vestido azul claro y bastante largo montada en él, con una capucha que le cubría la cara, la mujer le hizo señas para que se acercara, Ruru se acercó y el caballo comenzó a andar a paso lo suficientemente lento para que lo siguiera, ni la mujer ni Ruru decían palabra alguna Ruru se limitaba a sólo seguir a la mujer. Minutos después entraron a una casa de dos plantas, no tenía muebles, lo que más se daba a notar era un sofá de piel largo en el centro de la planta baja, allá estaba esperando otra persona. Esta vez se trataba de otra mujer, que tenía el cabello corto, sólo unos centímetros después del mentón. La persona que lo escoltó hasta la casa se quitó la capucha y se dejó ver un rostro bronceado y un cabello largo y brillante, oscuro y muy rizado color chocolate.

Juegos de halconesWhere stories live. Discover now