Te diría que te relajes, pero es muy tarde. El reloj marcó las diez y sería el fin de tu estadía.
Escribí mil versos para que puedan acompañarte en aquellas noches de tortura. Puedes leerlos o quemarlos en una gran fogata.
Ahí te dejo mi corazón y mis letras, reunidas en un oscuro
y pésimo cuaderno,
donde atesoro mi dignidad.
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𝙍𝙖𝙣𝙙𝙤𝙢 𝙘𝙤𝙢𝙥𝙪𝙩𝙚𝙧|| Parte 2
Thơ caMis secretos convertidos en poesías «Versión 2» Cuando tenía todas las respuestas, cambiaste todas las preguntas.