Fuga

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°Narrador omnisciente°

-¡Marinette!- gritaba desesperado cierto chico pelirrojo- Marinette, por favor despierta- decía suplicante mientras daba pequeños golpecitos en en rostro de la chica que se encontraba en su regaso.

Desesperado. Cargó a Marinette y la llevo hasta su casa. Sabine estaba en la cocina preparando un té y Tom había ido a la farmacia.

Mientras, Nathaniel se encontraba en el cuarto de Marinette, con ella aún dormida.

-¿Puedo pasar?- pidió Sabine entrando a la habitación con una bandeja en la cual llevaba la medicina de Marinette.

Nathaniel sólo asintió y se levantó de la cama.

-¿Se pondrá bien?- preguntó preocupado.

-Claro, sólo hay que dejarla descansar- respondió tocando la frente de Marinette para ver si tenía fiebre.

- De acuerdo.

-¿Te quedarás con ella?- preguntó Sabine.

-Cl-claro- aceptó algo dudoso.

-Perfecto- sonrió- me alegra que estés aquí- abrazo al chico y salió de la habitación.

Nathaniel volvió a sentarse al lado de Marinette mientras la veo a con cara de angustia.

- Sé por lo que pasas Marinette- sonrió con lastima y se levantó para sentarse en una silla.

Narra Marinette•

-¡Apresúrate¡- gritaba sin cesar mientras veía como Adrien lograba hacer un corte en uno de los barrotes de la celda.

-Corto lo más rápido que puedo- se quejó- Además, no veo que tu ayudes tanto.

Sólo rodé los ojos y me aparte de allí.

-Hawk Moth va a matarnos.

- No si escapamos primero- dijo seguro.

-Bueno pues...¡Apresúrate!- gritaba.

-¡Listo!- soltó un suspiro de cansancio.

- Ya era hora- bromeé.

-Muy bien, vamos- dijo saliendo de la celda.

- Me sorprende que pudiésemos salir de ahí- dije ya afuera de la celda.

Frente a nosotros estaba un largo pasillo iluminado por una tenue luz blanca. Paredes negras con detalles violetas. Hawk Moth era una total diva. Caminamos en silencio por el pasillo, encontrándonos con más celdas. A excepción de que estas no tenían barrotes, bueno al menos no unos grandes. Eran puertas eléctricas que, al parecer, se abrían con algún código. En la parte superior había una pequeña ventana corrediza.

Me paré frente a una de ellas y la abrí para dar paso a unas pequeñas vigas de acero detrás de ella.

Me asomé y no había nadie. Era un cuarto blanco vacío, a excepción de una mesa, una silla y una lámpara colgando encima.

Raro. Seguí caminando hasta llegar al lado de Adrien.

-¿No te parece raro?- preguntó cuando hube llegado a su lado.

-¿El que?- pregunté.

- El hecho de que no haya guardias, o al menos cámaras de seguridad. Ni siquiera sensores de movimiento- explicó volteando a ver a todos lados en busca de alguna cámara o tan siquiera un detector de humo.

Me encogí de hombros y seguí caminando.

Algunos metros después. Llegamos a a un callejón sin salida.

-¿Pero qué...?

-Hemos estado caminando en línea recta, ¿Cómo es posible de que no haya salida?- preguntó confundido.

-Esto... Debe haber algún truco- entrecerré los ojos- Mira- señale un interruptor en la pared- tal vez esto haga que las paredes se abran.

-Marinette, no creo que eso funcione.

No escuche a Adrien y presione el interruptor.

-¿Lo ves? No ocurrió na...- no termine la oración debido a una ruidosa alarma que provenía de pequeños, pero potentes, altavoces- ¿Lo siento?

Adrien todo los ojos y tomó mis brazos para empezar a correr en dirección opuesta a la pared. Después de todo ni se abrió.

Todo se tornó negro. Y no hablo de mi vista, si no que las luces del lugar cambiaron de color. Escuchábamos pasos acelerados detrás de nosotros. A lo lejos se escuchaba a alguien gritar "Atrápenlos".

Doblamos en una de las esquinas y nos escabullimos en una habitación que estaba abierta. La cerramos rápidamente y nos agachamos. Ya con nuestras respiraciones un tanto agitadas pudimos escuchar una serie de pasos y murmullos cerca de la habitación. Nos cubrimos la boca con las manos y esperamos a que se fueran.

Una vez se fueron. Nos levantamos e inspeccionamos el cuarto.

No había nada interesante. A excepción de cierto peliazul.

En Tus SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora