Hola soy Isabella, tengo 16 años, vivo en Chicago con mi papá, cuando llego a conocer a alguien suelo ser muy tímida, pero cuando ya nos conocemos puedo ser la persona mas confianzuda del mundo.
Unos de mis defectos y es el que mas odio, Me enamor...
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Empezó el nuevo año y yo me sentía muy tranquila, había mas chicos nuevos a comparación del año pasado, me sentía muy cómoda.
Iba caminando hacia mi salón, cuando de repente me choque con alguien...
-uh lo siento mucho- me dijo levantándome.
-no, tranquilo, fui yo la ciega- dije soltando una sonrisa.
Cuando lo vi mi corazón latió tanto, sus ojos eran de un color azul profundo, una hermosa sonrisa, y una piel muy bien cuidada. Era.... Tan lindo.
-DESPIERTA ISABELLA- me dije en mi mente
-¿Estas bien?- me preguntó algo tímido
-sí, sí estoy bien y tu? disculpa no te vi-
-no tranquila, fui yo el no te vi. Lo siento-
-bueno debo ir a clase, adios-
-no espera, cual es tu nombre-
-ISABELLA y tu?-
-Alexis, mucho gusto- dijo sonriéndome
-lo mismo digo- dije con una sonrisa en mi rostro.
Me alejé y empezaron las clases, cuando de pronto alguien interrumpe al profesor.
-Disculpe este es 2do de bachillerato contabilidad- dijo el muy nervioso
Mi corazón empezó a latir muy fuerte, ¿por qué sentía aquella sensación?, no lo sé
-Cual es tu nombre? preguntó el profesor
-Alexis, Alexis Santos-
-De acuerdo siéntate-dijo el profesor de Geografía.
No pude evitar sonreír al verlo, me sentía extraña.... Cuando llegó a verme me dijo:
-Destino o casualidad jaja- con una sonrisa en su rostro.
Yo solo le sonreí por aquello que había dicho pero... porque me sentía tan rara, mi corazón latía tan fuerte. No Isabella no te enamores.
Ya era hora de recreo y yo estaba comiendo sola como siempre, no tengo muchos amigos, por una simple razón soy muy SINCERA.
-Me puedo sentar?-
-Alexis?, si claro siéntate esto es libre-
-te vi muy sola, creí que necesitabas compañía-
-estoy bien-
- Ehh entonces me debería ir?-
-no, no siéntate- dije sonriendo.
-bueno que tal que haces-
-pues comiendo-
- y esta rico- me dijo él quitándome un poco de lo que comía
-dime tú- dije mirándolo
-mmm pues si, esta muy rico- dijo soltando una sonrisa, hace tiempo que no veía una sonrisa así.
Pasaban los días y nos íbamos conociendo más y más, supe sus gustos, sus deportes, su músicas, su cumpleaños, lo que le molestaba, conocí todo lo que no pude conocer con David, el conoció todo de mí. Le conté la historia de mi mamá, lloré, y el me consoló y él me contó la historia de sus padres, lloró, y yo no pude contener mis lágrimas; salíamos todo el tiempo, a él le encanta el helado de fresa por casualidad a mi también. Quizás me daría otra oportunidad para amar, pero seguía teniendo miedo, temía que él me lastimara o yo a él.
