Estaba caminando, ya la noche se hacía presente. Era completamente obscuro cuando tomé el bus.
Últimamente las calles donde vivía estaban siendo cometidos varios crímenes; robos, homicidios, y alguna que otra violacion. Mi madre insistía en ir por mi a terapia, sin embargo era poco el tiempo que tenía para mi sola.
Algo que disfrutaba bastante era caminar en las calles sola, me gustaba ver a las personas, como actuaban, que hacían. Simples acciones decía mucho de ellos. Por ejemplo la señora que vende dulces fuera del edificio, es amable con los clientes pero si la miras de reojo suele gritarle vulgaridades a su nieto, o la casa abandonada, en realidad era un laboratorio de cocaina.
El frío de la lluvia comenzaba a molestarme, hacia tiritar mi cuerpo de manera involuntaria.
Estaba llegando, una modesta casa de clase media alta.La arquitectura rústica, dos casas juntas la de mi hermano y la nuestra. Era la casa más grande de la zona.
Toque el timbre y espere unos minutos. Jessie mi hermana salió a recibirme.
-Si sigues llegando a esta hora mamá comenzará a ir por ti- sentenció al momento de abrirme la puerta.
-Perdona, es que encontré a una amiga y me he quedado platicando. - le di un beso en la mejilla y me dispuse a entrar.-Mami, ya llegue- Anuncie.
-Hola mi amor, ¿Que tal la terapia? - menciono de manera dulce mientras preparaba la cena.
-Bien mami, el doctor dice que si seguimos asi podré tener mi justificante de libertad condicional pronto. -
-Eso me da gusto mi niña, que estés esforzandote aun a pesar de todo. -
-Candy, ¿ya viste que preparo mamá de cenar?- Escuché al fondo la voz de mi hermana menor, Cathy.
-Aún no, ¿Porque no me dices que es?-
-Solo es carne al horno, no te emociones. - interrumpió Jessie.
Todos como hermanos eramos una gran variante de personalidades. Mi madre era como el corazón de la familia, amable, encargada de la disciplina. Pero en realidad muy fácil de engañar, al menos para mi. Mi hermano mayor, Robert solía ser más afable he increíblemente listo, pero muy impulsivo. Jessie la parte analítica, dura, reservada, era nuestra parte de freno.
Y Cathy adorable y demasiado consentida.En realidad para mí todos podía engañarlos con facilidad, no eran competencia comparados conmigo, me subestiman por mi apariencia de naturaleza estúpida, y uso eso a mi favor. Ellos creen que soy incapaz de matar una mosca. Cuando ya he cometido crímenes peores.
-¿Quieres cenar mientras vemos la televisión juntas?-
-No puedo Cathy tengo mucha tarea y el doctor me recomendó algunos libros para mejorar mi conducta, quizá la siguiente-
-Candy mi niña, debes descansar un poco, tampoco es bueno que te esfuerces tanto.-
-Lo sé mami, procuraré descansar un poco más. -
-Entonces siéntate con nosotras un rato- Dijo Jessie mientras ponía los platos en la mesa de la sala y nos disponíamos a comer.
A pesar de que fuera una maldita perra, sabía que tenía una familia. Eran buenos y aunque no fueran perfectos los amaba, mi hermano se encontraba lejos. Y no eramos muy queridos en el vecindario, así que a pesar de todo. Yo era el perro guardián de la familia, y sabía que si algo les pasara, buscaría a los miserables y me divertiria con ellos, así como solía ordenarme Nigma.
La cena transcurrió de manera agradable y confortable, fueron pláticas agradables y canciones.
Extrañaba mucho esos momentos cuando estaba en la escuela. Llegó la hora de dormir, cada una se fue a su habitación, yo con mis libros en la mochila y el uniforme aún puesto.
Comencé a desvestirme cuando una voz muy conocida me susurro en mi espalda.
"Querida mía"
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Soledad.
RandomCandy una joven dulce, tierna. Muy querida por cualquier persona que la conozca, el problema es que ella. Esconde terribles sucesos bajo ese disfraz de rostro amable y buenos modales. Llegando a los limites de su cordura propia.