Escuchar esa voz me estremeció de gran manera, me di la vuelta para verla. Preguntándome como pudo entrar a mi casa.
-. ¿Que haces aquí? - Era evidente el desconcierto en mi.
-. Pues, quería ver a nuestra reina, se ausentado mucho tiempo de su territorio. Sabes bien lo que pasará si dejas tu lugar así nada más. - dijo mientras sacudía su cabello de esos ojos saturados de maquillaje obscuro.
Tenía razón llevaba mucho tiempo sin ir a mi territorio, tal vez por eso estaban aumentando los crímenes, no había quien les mantuviera a raya. Después de todo, quien manda soy yo. No tenía porque asustarme la perra de Nigma, si seguía sus órdenes de como matar era por mi falta de imaginación y creatividad. No por qué tuviera miedo.
-. Sigues intentando tomar mi lugar, y sabes bien que eso no pasará. - Me incorpore para ponerme frente a ella.
Era mayor que yo por un par de años, cabello cobrizo corto sobre los hombros, piel blanca, delgada. Ese corsé que usaba se ajustaba perfectamente a su figura con esas plataformas negras y el pantalón de cuero.
-. Si sigues alejandote de los tuyos a este paso, sabes que me cederán el derecho al sacrificio, y esta vez no será como la anterior. Te lo aseguro.- afirmó mientras acomodaba mi saco del uniforme sobre mi.
-. Tienes razón, esta ves será peor. - afirme al momento de quitarme la ropa y quedarme solamente en bragas.
No dejaría mi lugar, era mio, y nadie ni siquiera la perra de Nigma me lo arrebataria.-. Avisa a los demás que iré hoy, alguien debe mostrar que su reina sigue al mando.- afirme dándome la vuelta para verla, pude sentir su mirada sobre mi cuerpo desnudo. Y honestamente no me interesaba. Ella era una maldita pervertida.
Sonrió de una manera sombría para luego asentir con la cabeza y marcharse por la ventana. "Con que así entró" pensé mientras buscaba la llave de mi escondite secreto. La tenía en mi alajero, salte por la ventana como Nigma lo había hecho hace un rato y corrí hasta el sótano que teníamos en casa de mi hermano, dentro de él había un pasadizo secreto.
Si hubiera sido de día los vecinos seguro se alarmarian al ver una chica corriendo en ropa interior por el patio, pero todo estaba con bardas y eran pasadas de las doce, nadie me vería.
Llegué al sótano, busque entre las grietas, hasta que di con la cerradura. Abrí la puerta del corredizo y entre segura.Ahí guardaba toda mi ropa que usaba para mis visitas, me vi en el espejo, mi figura en crudo era de por si provocativa.
Cambie la lencería por una negra con un vestido negro, unas muñequeras de cuero, botas con plataforma. Me coloque mi peluca de cabello negro largo y sature mi cara de maquillaje obscuro.
La persona que se veía ahí no era la misma que había entrado y recibido a su familia con tanto amor. Esta figura obscura era un verdadero monstruo.
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Soledad.
RandomCandy una joven dulce, tierna. Muy querida por cualquier persona que la conozca, el problema es que ella. Esconde terribles sucesos bajo ese disfraz de rostro amable y buenos modales. Llegando a los limites de su cordura propia.