Capitulo 3: Comienza la Busqueda.

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Ahí estaba yo, corriendo con una armadura que me quedaba grande junto a un general que estaba preso junto a mí, tratando de escapar de yo no sé dónde.
-muchacho debemos encontrar mis cosas, sin eso será imposible escapar de aquí.
-¿Y donde están? – pregunte yo sin aliento ya que correr o mejor ducho cualquier actividad física me desgastaba demasiado-
-Es una maravillosa pregunte, ojala supiera la respuesta… aunque – puso cara de alegría – creo que se donde están mis armas.
-Pues vamos rápido – dije yo con desespero, quería irme de ese lugar lo más rápido posible.
-Pues no están en un lugar fácil, hay que llegar a la bóveda principal, pero necesito que consigas algún objeto que pertenezca a la prisión.
-No entiendo…
-Solo consigue algo que pertenezca a esta prisión chico.
-¿Una antorcha sirve? – me parecía extraño lo que me pedia cuando podía tomar el mismo las cosas que necesitara, asi que pregunte sin pena - ¿Por qué no las tomas tu?
-Estoy ocupado, tráela tu – me dijo mientras estaba sentado en el suelo dibujando algo con el dedo.
Le pase la antorcha y logre ver que estaba haciendo, era una especie de dibujo no podría describir exactamente qué forma tenia, pero el solamente tomo las cenizas de la antorcha y las echo encima del dibujo, logre ver que el polvo se movía de forma extraña formando algo así como cámaras y pasadizos para al final darme cuenta que era el mapa completo de la prisión.
-¿Pero qué rayos? – Estaba perplejo, como podía hacer cosas así, como era posible que pudiera hacerme ver en la oscuridad y ahora podía crear mapas de la nada, todo eso me confundía cada vez más – ¿Como hiciste eso?
-Eres un chico muy rarito – dijo con una mueca de reproche -¿No conoces una Runa Mapa?
-Ehhh… pues la verdad no.
-Insisto, eres alguien muy raro, casi pareces alguien distinto de la persona con la que planee todo esto.
-Bueno… - era mejor culminar el tema y seguir , sentía que nos descubrirían rápido si no nos movíamos – deberíamos irnos a buscar tus cosas ¿No crees?
- Cierto disculpa mi descuido – encogió los hombros – deberíamos irnos.
Señalo una gran habitación en el mapa, ubicada en el cuarto sótano de la prisión, verdad el lugar era mas gigantesco de lo que pensé, hace mucho me encantaban los programas de prisiones de máxima seguridad que pasaban en televisión pero esto era simplemente absurdo, era una edificación sumamente grande.
-¿Vez esta escotilla de aquí? – me señalo un pequeño cuadro que estaba encima de la habitación donde supuestamente estaban sus cosas – es un traga luz, ¿Acaso no es maravilloso?
-No lo entiendo jefe…
-Tranquilo – dijo de la forma más despreocupada posible – ya lo vas a entender.
- ¡Escaparon por ahí! ¡No los dejen escapar! – escuchamos voces que se acercaban a cada momento.
-Vámonos, que irnos rápido.
Evitando a los guardias y con mucho cuidado, fuimos moviéndonos tratando de no perdernos, aunque algo me decía que mi compañero había memorizado el mapa completo, porque entre los dos, el que me estaba guiando era él.
-¿Como sabes a donde ir? – pregunte con curiosidad.
-Yo ya había estado aquí, cuando pertenecía al ejercito - detuvo el paso un instante, como si estuviera recordando días de gloria – este lugar es horrible.
-¿Crees que hay oportunidad de irnos?
-Si no te preocupes- me dedico una sonrisa, como tratando de que me sintiera a salvo – siempre y cuando tengamos mis cosas por supuesto.
Llegamos a la entrada del primer sótano, al entrar nos dimos cuenta que estaba oscuro, como la sala en donde estábamos prisioneros. Había solamente velas en puntos estratégicos de la sala, claro que gracias a la visión nocturna podíamos ver tranquilamente por dónde ir. Había demasiadas celdas, pero estaban vacías o al menos eso parecía en la mayoría de ellas.
-No te alejes de mi – notaba cierta preocupación en el – no estamos solos aquí, mantén los ojos abiertos.
Logre visualizar la salida más adelante, pero mientras más nos acercábamos menos velas había por ende todo se ponía más oscuro, claro que al ver en la oscuridad era indiferente, pero me parecía demasiado extraño la distribución de luz.
Faltando ya unos metros para salir de la habitación sentí que algo caminaba por las paredes, gire rápidamente pero no veía nada, volví a escuchar el caminar de algo, pero esta vez era por el techo pero no importaba hacia donde mirara, no lograba ubicar lo que fuera que nos estuviera siguiendo. Debo de admitir que me estaba asustando, mientras más nos acercábamos más me costaba caminar por la incertidumbre, hasta que de la nada algo me tomo del pie. No me dio tiempo de gritarle al general, caí al suelo y pude ver claramente. Era una mano sin piel, envuelta en un tipo de aura que venía de diversos puntos de la habitación me jalo y arrastro por toda la sala, yo lo único que podía hacer era gritar, Airus corría tratando de tomarme de la mano y gritando pero era inútil, cada vez que él se acercaba salían manos que los empujaban y golpeaban contra las paredes. Termine contra el techo agarrado de mis brazos y pies mientras se acercaba un cráneo lentamente hasta que estuvo a milímetros de mí. La escena me daba pavor y la calavera solo me olía hasta que de repente lanzo un grito que parecía más un sollozo, me invadía la desesperación y sentía como me iba debilitando rápidamente.
-¡Chico! – Airus tomaba cosas de la habitación y se las lanzaba al monstruo – ¡Déjalo en paz infeliz!
-¡Ayúdame! – No podía controlar mis emociones, iba a morir – ¡Por favor no me dejes!
-¡Muchacho, no respires! eso es un Espíritu parasito, mientras más miedo tengas mas vida te va a drenar.
-¡Mira esta cosa! ¡Del miedo no puedo no orinarme!
Airus miraba para todos lados, buscaba la forma de salvarme, pero nada funcionaba, el cuerpo intangible de esa cosa no le afectaba nada, era mi fin, sentía como mi vida se escapaba de mis dedos, tratando de librarse de mi cuerpo para ya no seguir sintiendo más dolor, tuve uno de esos momentos en los que vez tu vida pasar frente a tus ojos, termine cerrándolos, prefería ver mi vida que ver a un cráneo succiona almas, luego sin más energía como para mantenerme despierto, termine perdiendo el conocimiento.
Deje de sentir dolor, pensé por un momento que estaba muerto, lo único que sentía era… Aire. Una leve brisa, cálida como de algún campo se sentía en mi cara, quería abrir los ojos pero tenía miedo todavía, no quería saber que pasaba a mi alrededor, no abrí los ojos hasta que sentí el impacto de mi espalda contra el suelo y pude identificar que realmente no era una brisa cálida y suave se escuchaba la presión de aire, como si una olla estuviera a punto de explotar. Confundido alcé la vista y vi a la criatura contra la pared inmóvil, pensé que era un producto de mi imaginación, pero Airus estaba justo delante de mí, todas las velas se habían apagado, sucedió exactamente lo mismo como en la celda donde estábamos y en las do ocasiones no pude visualizar qué diablos había pasado.
-¿Estás bien muchacho? Nadie tiene que morir cuando yo estoy cerca – se giro y me dedico una sonrisa heroica con la que me sentí a salvo.
-Esa cosa…
-Tranquilo, está muerto - alzo su pulgar arriba – ya no le hará daño a nadie más.
Se acerco a mí y me extendió la mano, me ayudo a levantarme y pude darme cuenta que tenía el brazo bañado en sangre. ¿Se habría lastimado tratando de salvarme? ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? Esperaba poder obtener respuestas, pero lo que de verdad quería era irme de ese lugar y buscar las cosas de Airus para ya poder ser libres de una buena vez y así poder volver a mi casa con mi familia.
-Vamos solo faltan tres sótanos y listo.
Lo fulmine con la mirada, si apenas este era el primero y casi me matan que pararía en los demás, ¿acaso algo nos aplastaría o nos comería?
-Muchacho, tranquilo ya los demás sótanos a partir de aquí son almacenes para objetos que los prisiones entregan cuando entran aquí.
-¿Como estas tan seguro? te recuerdo que casi me matan.
-¡Escuche gritos por aquí, deben ser ellos!
Los guardias nos estaban alcanzando, imaginó que los atrajo mis gritos y el estruendo que tal vez causo Airus cuando mato al monstruo. Rápidamente salimos de ahí para la próxima habitación y luego por la siguiente, no nos detuvimos ante anda, yo la verdad quería ver si había algo interesante para llevarme, pero Airus no me dejaba ver nada. Seguimos derecho hasta llegar al último sótano, pasamos la puerta y Airus me pasó una lanza para que trancara la única entrada que había, pero no lo entendía porque esta era la única salida también.
-Quedamos atrapado – dije yo observando que esta idea no tenía sentido.
Chico, solo ten fe, de que salimos de esta, salimos – se puso a buscar entre los objetos.
Yo solo me puse a ver a mi alrededor, esperando que no hubiera otro tipo de monstruo en esta sala, porque hay si sería el colmo de mi día en este lugar tan raro, pero no visualice nada, a excepción de un objeto que llamo un tanto mi atención.
Era un arco de metal oscuro con un grabado Rúnico en que brillaba en la oscuridad, al parecer estaba hecho de hueso de alguna criatura pero el revestimiento de metal no me dejaba ver muy bien, además con la visión nocturna no veía todo necesariamente claro, pero era un arco hermoso, busque a sus alrededores y encontré sus Carcaj con el mismo diseño llamativo del arco, quede cautivado por su belleza así que simplemente lo tome, me lo pude en la espalda y luego le preguntaría a alguien como usarlo, porque nunca en mi vida había usado un arco.
Vi que Airus se desapareció por un momento y me quede solo en la sala, eran pasillos y pasillos de objetos los que formaban un mini laberinto, camine y llegue al centro de la sala, hay pude visualizar una ventanilla en el techo que conducía hacia el exterior pero estaba demasiado alta como para poder alcanzarla, vi que era en realidad un traga luz pero como era de noche no entraba ni una pisca de claridad del cielo, solo un extraño brillo azul.
Oí que golpeaban la puerta y fui corriendo hacia ella, trate de colocar as objetos para que no pasaran pero eran demasiados, estaban rompiendo la puerta a patadas, tuve que retirarme y ellos entraron con sus antorchas y sus armas a buscarnos, pero Airus había desaparecido y estaba solo con ellos.
-¡No te Muevas! – grito el Guardia que había engañado cuando hubo la explosión de las arañas en la celda.
Fue casi instintivo, pero Salí corriendo porque no quería que me atraparan, pero sabía que si quería escapar solo tenía dos opciones absurdas e inútiles, una era pasar por la salida llena de guardias a la fuerza y la otra era salir por la ventanilla del techo.
Corrí lo mas que pude y llegue al centro de la sala, me rodearon rápidamente dejándome sin salidas, tenían sus espadas desenvainadas dispuestas a matar si era necesario.
-¡Epic Treelf! Tu fuga culmina aquí – Dijo el jefe de los guardias – ya no quedan vías de escape, no sé cómo o porque vinieron aquí, pero tú y el General Airus tienen una cita con la Guillotina. Entrégate, ya no hagas esto más difícil.
Epic Treelf, así me había llamado ese hombre, pero no sabía de que hablaba yo no me llamaba así, yo no había hecho nada malo ni nada que mereciera que me decapitaran. Creo que mi escape había llegado a su fin, me arrodille con las manos en la cabeza como veía en los programas de arrestos y espere que me encadenaran o algo.
-¿Muchacho, porque tienes tan poca fe? – la voz de Airus me conforto, alce la vista y me sorprendí, tenia puesta una armadura plateada, con adornos de alas en el pecho y los brazos, sus piernas revestidas de malla con un degradado en dorado, tenía una capa roja escarlata que llegaba a sus pies y en su cabeza un casco adornado con un águila dorada, Simplemente imponente, y para un fan de videojuegos como era algo glorioso ver una armadura tan bien hecha ante mí, era un sueño hecho realidad, era majestuosa, no Era la armadura de un general, era la armadura de un Rey.

Las Cronicas de Epic: El Monarca y la DamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora