Capitulo 4: El Amo del Viento

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El General se posó frente a mí, cubriéndome de los guardias que me apuntaban con sus flechas y espadas. Me sentía en completa confianza y seguridad, sabía que podía contar con él, era algo así como un guarda espaldas que estaba presto a arriesgar su vida para cuidar de mí.

-Muchacho, ¿Estás bien? – Pregunto Airus que sacaba de su cintura un revolver negro que hacia contraste con la armadura. Era negra con relieves en dorado, estaba tan limpia que brillaba incluso con la débil luz que emitían las antorchar que nos rodeaban. Me pregunte si de por casualidad estaría cargada, claro que obviamente me respondí yo mismo que sí, porque si no, ¿quién rayos sacaría una pistola descargada en una situación tan problemática?

-Veo que te gusta el arma muchacho – sentía en su tono de voz que se estaba riendo, aunque no podía verlo por culpa del casco que cargaba encima – no te emociones, este revolver no es capaz de disparar balas.

-Entonces para qué diablos podría servirnos un arma descargada...

-Pues ¿Para qué más? – giraba el arma entre sus dedos y sin darme cuanta saco un segundo revolver con el que jugaba con la otra mano – obviamente vamos a salir volando de esta pocilga.

Airus me tomo del brazo y sin poder darme cuenta pasaron dos cosas. La primera fue el sonido del gatillo del arma y la segunda era que estábamos atravesando la ventanilla del techo donde podía ver las estrellas.

-¿Pero qué diablos? – dije yo impactado de ver como estábamos volando.

- ¿No te dije que íbamos a salir de aquí muchacho?

- Sí pero no pensé que íbamos a volar.

Sin más, caímos bruscamente en el patio de la prisión, por los instrumentos de tortura podía visualizar que era el área de ejecuciones donde se suponía íbamos a ser ejecutados según lo que nos dijo el guardia que estaba con nosotros en la celda.

-Mis revólvers no tienen la capacidad de disparar balas comunes, mediante una runa elemental, pueden disparar aire comprimido, pero...

-¿Pero...? ¿Pero qué?

-Necesita tiempo para calentarse, es que el aire comprimido no sale con fuerza si el arma no está caliente.

-¿Entonces qué hacemos?

-Pues... - Airus se quedó pensando unos segundos – pues lo único que queda muchacho... ¡CORRE!

Airus salió como alma que lleva el diablo por todo el patio de la prisión, los guardias con tanto alboroto salieron a nuestro encuentro para atraparnos pero solo cambiábamos re curso en nuestra carrera y tratando claro que no nos dieran las flechas. De un momento a otro nos rodearon otra vez, vi como en las torres habían guardias apuntándonos con sus arcos, todos se quedaron en silencia por unos minutos y nadie movía un musculo. Trate de ubicar la salida pero la puerta estaba cerrada, a mi parecer no teníamos más salida que el amplio cielo.

-¿Alguna vez usaste un arma muchacho?

-¿Qué? – no sé qué rayos estaba planeando Airus pero la pregunta me daba muy mala espina.

-Si queremos salir vamos a tener que abrir esa enorme puerta, para ellos necesitamos quitar los dos seguros que tiene, pero yo solo no voy a poder, así que necesito que tomes la mayor cantidad de valor, tomes mi arma y nos separemos.

-¡Estás loco!, me mataran antes de poder siguiera tomar el arma.

-Te mataran de todas forma si te quedas, ¿acaso ya olvidaste que nos ejecutaran tarde o temprano?

Las Cronicas de Epic: El Monarca y la DamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora