EL CUERVO NEGRO

29 1 1
                                    

CAP 3 EL CUERVO NEGRO

 Solo oía un pitido que se escuchaba en un débil eco. Parpadeé tres veces para acostumbrarme a la blanca luz que asomaba desde una ventana cercana. Moví la cabeza de un lado a otro intentado visualizar lo que había a mi alrededor, me encontraba sobre una cama en una habitación pequeña de paredes blancas. Intenté sentarme sobre ella haciendo fuerza con los brazos, pero al instante me atravesó un fuerte dolor a través del brazo izquierdo que hizo  que me volviera a quedar tumbada sobre la cama En ese instante recordé los acontecimientos del día anterior.

Inmediatamente tras recordarlo todo, me incorporé de forma alarmada, evitando apoyar mi brazo izquierdo, al salir de la cama me dí cuenta de que iba vestida con un camisón blanco y estaba enchufada a una máquina que medía las pulsaciones de mi corazón.

De forma rápida me desenchufe de esa máquina, que al no registrar latidos de mi corazón empezó a hacer un pitido continuo por lo que,  quite el enchufe.

Después, miré por toda la habitación hasta que visualicé mi ropa. La cogí y me la puse en pocos segundos.

Abrí la puerta, cuidadosamente, para no hacer ruido y vi un pasillo blanco totalmente vacío. Salí completamente y andé por él de forma silenciosa. Estuve deambulando sin saber hacia dónde me dirigía durante unos minutos hasta que oí unas voces animadas  que se encontraban muy cerca. Por lo que en la puerta más cercana que ví, me metí y esperé a que las voces se alejaran. Cuando creí que se encontraban lo suficientemente lejos, suspiré y me giré para ver en que habitación había entrado, pero cuando lo hice ví una gran sala que contenía una larga mesa de cristal donde a su alrededor se encontraban siete personas sentadas alrededor de ella contemplándome con una mezcla de sorpresa y confusión. La persona que más me llamó la atención fue un hombre vestido de negro, moreno, de unos cuarenta años, que tenía un garfio en lugar de mano  y que me miraba de forma seria desde el  centro de la mesa.

De forma rápida dije lo primero que me pasó por la cabeza:

-Em …¡vaya, esto no es el baño!, debo haberme equivocado…si…bueno…¡adiós!-

Entonces, salí corriendo de la habitación, pensando en la estupidez que había dicho.

No paré de correr hasta que un brazo me sujetó haciendo que por poco cayera al suelo, yo intenté soltarme pero quien me estuviera sujetando era demasiado fuerte.

-¿Quién eres tú?-dijo ese hombre misterioso-

-Yo, yo…

-No deberías estar aquí-dijo ese chico-

-Yo no…-empecé a decir, pero de repente apareció una chica pelirroja de unos treinta años diciendo:

-092, suelta a la chica–dijo la pelirroja-

-Amber, ¿pero y si es una espía de Moon?-dijo el hombre mirándome con recelo-

-Te puedo asegurar que no es espía-dijo la chica con aire exasperante-

-Entonces, ¿quién es?-dijo el chico mirándome de forma extrañada -

-Para empezar, no es asunto tuyo y segundo…el jefe quiere verla-dijo l chica con aire impaciente-

-Pero…-dijo el chico-

-Estoy harta, si tienes alguna otra pregunta se lo dices directamente al jefe y ya que no la sueltas acompáñame a su despacho y sujeta bien a la chica  no vaya a ser que escape, como ha hecho antes en la enfermería-dijo la pelirroja antes de empezar a andar-

El hombre que me sujetaba no dijo nada, simplemente, apretó los dientes, visiblemente,  molesto y empezó a andar detrás de ella, tirando de mí de forma brusca.

EL CUERVO NEGRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora