Cada historia contada representa un mundo paralelo; uno mágico y diferente cada vez. De eso nos dimos cuenta desde muy temprana edad, intentando así poder visitarlos sin ningún impedimento. Lo llamábamos "el simulador de libros", el mismo que nos permitía entrar en cada historia para experimentarlo en carne propia. De cierta manera saltábamos de historia en historia para contarla de nuestra propia boca, sin hacer caso omiso a ninguno de los detalles. La brisa, el sol y la naturaleza parecían ser mas auténticas de las que se encontraban fuera de ello. Al principio, estaba asustada de lo que podía suceder; pero luego supe que el tiempo ahí adentro era completamente distinto al real.. Y eso me animaba a querer pasar el resto de mis días en aquellos mencionados panoramas.Pasaron los años y el ser humano se acostumbró a aquella anomalía; sin tomar en cuenta ciertos detalles que se convertirían luego en una tormenta. Tenía un grupo de amigos, al que solo le importaba pasar un "buen" rato a expensas de todo lo demás (Incluyendo cada problema que se avecinaba en el mundo real). Solíamos entrar en aquel simulador para olvidar todo aquello que nos apesadumbraba y hacíamos toda clase de locuras en el proceso.
Para poder entrar se requería de unas cuantas reglas:
1. No durar mucho más de un día en un solo libro (lo que significaban 3 horas en el tiempo real), sino éste lo expulsaría de inmediato.
2. No llevar objetos de afuera hacia los simuladores.. Eso provocaría algunas fallas en el programa.
3. No se puede saltar a otra historia sin antes tener algún consentimiento.
Esa noche nos reunimos para verificar si alguna de las tres reglas eran tan extrictas como parecían ser, ya que nunca nadie se había atrevido a desobedecerlas. Y así fue como entramos sin un rasgo de cobardía a aquel hermoso paisaje. Apenas logramos entrar, sentimos la diferencia de ambiente: la brisa chocaba contra nuestras mejillas, el sol parecía alumbrar más que nunca, y el olor a pasto recién cortado nos reconfortaba. Tomamos una camioneta dentro del mismo, y empezamos a viajar por la perfecta carretera.
-¿Traen todo lo que necesitamos?- Preguntó Josh al resto del grupo, y todos ascendimos a su pregunta; dando a entender que cada uno llevaba su objeto favorito consigo.
-yo traje una foto..- le contesté, al sacarla lentamente del bolsillo de mi pantalón. A lo que para nuestra sorpresa desapareció ante nuestros ojos, abriéndose así el cielo para dejar caer algunos copos de nieve. Al principio me desconcertó, pero luego recordé que el día en que se tomó la foto era cerca de la época navideña. Nos volteamos a ver simultáneamente, y luego todos giramos hacia Vincenth, para que también nos enseñara lo que había traído.
-Traje esto..- Dijo cabizbajo, al enseñarnos un adorable oso de peluche, y a su vez lo dejó caer en el camino. Y como esperábamos, desapareció de la nada para luego aparecer como una rosa marchitada. Se le cristalizaron los ojos, y quietamente murmuró: -"Ese oso era de mi hermanita.. ella murió hace unos años"-.
Lo abrazamos en forma de consuelo, y esperamos a que Josh siguiera con lo suyo; aunque ya para ese punto estábamos aterrados de cuánto nos podía conocer aquel simulador. Él respiró profundo para enseñarnos un pequeño pañuelo blanco que traía consigo. Lo observó con nostalgia, y luego nos volteó a mirar fijamente.
-"Mi abuelo me lo dio antes de mudarse"- dijo con un aire desconsolado, pero como no preguntamos nada, se dignó a dejarlo caer. Se desvaneció en el aire; pero para nuestra sorpresa no apareció nada, y eso nos hizo dudar. Empezamos a preguntarnos muchas cosas, hasta el momento en que un sujeto apareció en la misma zona de carga que nos encontrábamos nosotros.
Su sola presencia me hizo erizar la piel; alto, muy alto era él, vestido de bata negra hasta los tobillos y ojos enormes, casi tanto como la mitad de su rostro eran esos; profundos y obscuros, justo como el temor que se nos asomaba sin precaución. Sus horrorosas facciones agrietadas y su tono medio azulado de la piel nos hizo estremecer hasta los huesos. Comenzamos a gritar en cuanto sus gigantescos ojos toparon los nuestros; pero él no reaccionó a nuestro pánico, sino que se quedó inmóvil sin tener empatía alguna.
-Soy tu pañuelo- dijo, cuando al fin nos habíamos cansado de gritar con todas nuestras fuerzas. -Vengo de parte de tu abuelo..- comentó, mientras nos hacíamos hacia atrás, para siquiera respirar el mismo aire.
-No... Él no pudo mandarte... ¡¡desapareció hace mucho tiempo!!- Contestó Josh, sumamente alterado e inclinándose para intentar defendernos. Aquel espectro solo nos miró con desprecio, y dejó salir una pequeña sonrisa sarcástica. -Vengo a cumplir todas tus ordenes, y a protegerte contra cualquier mal.. pero si no me necesitas por el momento me esfumaré- Terminó, cuando se disipó en el aire.
Al desaparecer nos sentimos mucho más cómodos, Josh se dejó caer para sentarse, y todos nos abrazamos inseguramente entre sí. Empezamos a ver lo aterrador que era estar en ese lugar. Pero para cuando nos dimos cuenta, apenas estaba iniciando el desastre; las montañas empezaron a colapsar, dejándose caer como si estuviesen construidas de papel. La camioneta aceleró lo más que podía, ya que no sabíamos lo que pasaría si alguna de las rocas nos llegase a topar. Empezó a temblar con extrema fuerza y tuvimos que detenernos. Con aún el caos viniéndose encima y el miedo estrujándonos el pecho, nos quedamos en media carretera. No había mucho que hacer, ni sabíamos cómo hacerlo; pero lo único que cruzó por nuestras mentes era que Jennifer aún no había sacado su artefacto.
Ella entendió las miradas hacia su dirección y sacó una pequeña caja musical, sin dar explicaciones la lanzó al vacío. Mágicamente todo se detuvo y empezaron a caer múltiples corazones de papel por todos lados. Eso le dibujó una sutil sonrisa al intentar tomarlos con la mano. A su novio Josh le parecía algo familiar esa caja, pero no recordaba a donde la había visto hasta que ella lo miró con ojos de tristeza.
-¿Mi hermano..?- Preguntó con una voz casi inaudible, y ella bajó la cabeza al instante. Eso creó en él sentimientos de ira encontrados y empezó a gritarle; ya que ella antes de estar con él, era novia de su hermano, y al parecer no lo había superado. Sus reclamos tenían todo el derecho de ser mencionados, y ella lo sabía, así que solo le quedó cubrirse el rostro con las manos para romper en llanto. -"Como desearía que desaparecieras"- Terminó él con esta frase, a lo que inmediatamente apareció aquel espectro para llevarse a Jennifer de donde nos encontrábamos. Todos quedamos boquiabiertos frente aquello y dimos un paso hacia atrás, con excepción de Josh, quien estaba dispuesto a enfrentarlo con toda seguridad. Él apretó los puños, mientras aquel se dignaba a reaparecer, e intentó golpearlo apenas lo hizo. Sin éxito alguno, se cansó de intentarlo, y ahí fue cuando aquel habló:
-Te dije que haría todo lo que pidieras.. Porque tu abuelo lo hacía cuando aún estaban juntos y eso me creó a mí, tu sirviente. Cada deseo se hará realidad; y eso incluye lo que dijiste, y más adelante a todo lo que te permitas decir-. Terminó su frase al marcharse y dejarnos aterrados. Nuestro amigo decidió callarse por todo el tiempo que restaba. Con su mirada perdida y el alma destruida, comenzó a asimilar lo que había pasado.
Esperamos a que pasara el día, intentamos calmarnos luego de todo aquello, y cuando al fin lo logramos ya había terminado la jornada; y así, salimos de aquel lugar pero jamás encontramos a nuestra amiga... Josh nunca más se dignó a decir una sola palabra, porque comprendió que esas eran más fuertes de lo que aparentaban, y que cada deseo debe pensarse con cautela ya que puede convertirse en una realidad. Su deseo fue el causante de su desgracia, y su vida un desastre sin salida; sin tener así, aquel pañuelo que limpia las lágrimas tragadas por el recuerdo...
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~Espejismos~
ParanormalEste libro es distinto a los demás... Es una recopilación de pesadillas personales; cada capítulo describirá una peculiar historia, por supuesto con un entorno y personajes diferentes. Si les agrada el suspenso y los escalofríos, "Espejismos" es par...