Ya habían pasado unos meses de aquello, empezaba arrepentirme por no haber echo nada para que se quedará, mi mente egoísta me culpaba haciendome creer que podría haber echo más.
Llegó el invierno.
Una tarde una amiga me invitó a salir, acepte, ya había pasado algunos meses, ¿Por que seguir llorando a algo que ya había pasado? Mi papá me había enseñado que al muerto solo se le llora tres días, y después de eso, solo tendría que quedar su recuerdo, asi que no tendría por qué vivir atrapada en mis pensamientos.Llegamos al café, la saludé, me preguntó cómo estaba y que necesitaba contarme algo. Después de lo sucedido con Diego, lo eliminé no quería tener nada que ver con el, no era por cobardía, si no que mi corazón no lo resistiría, pero como balde de agua fría me llegó la noticia, ¡estaba comprometido!.
¿Qué más podría hacer?, yo sabía justo que eso iba a pasar. Ella me preguntó cómo me sentía.
Le mentí.
Le dije que estaba bien, que ya sabía que por eso se iba, y entonces más sorpresas cayeron.
Diego ese día cambie mi pensar hacia ti.
Por un momento te visualice como el chico perfecto para mi.
Pero gracias a ti, aprendí que el amor nos ciega.
Quería convencerme y creer que eras diferente.
Pero el tiempo fue quien me ayudó a descubrir quién fuiste realmente.
Por ti aprendí que las decepciónes duelen.
Pero tenía la esperanza de volver a ver al Di de antes.
Querido amigo escuche a lo que le temia.
Quizás era muy poco el tiempo que te quise.
Pero te quise demasiado.
Recuerdas que nos hacíamos llamar mejores amigos.
Solo quedo en recuerdos, te convertiste en un extraño.
¿Qué si no me dolía? Por supuesto que me dolía.
¿Cómo crees que te iba a decir adiós?
Quizás no se puede, o tal vez si.
No se, pero no estaba preparada para hacerlo.