★Capítulo 2

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Lily Kennedy-Audrey Moore

Aún permanezco sumergida en la oscuridad. Un relajante aire choca con mi rostro y sonrió. Ese olor que desprende la naturaleza invade mis fosas nasales. Un escalofrió recorre mi piel y me estremezco debido al viento, este lugar sí que es fresco. Mi curiosidad aumente, y abro mis ojos y sin saberlo me encuentro con algo magnifico.

Mi boca se abre en shock.

Me abrazo a mí misma para no sentir el pesado frío y más escalofríos surgen. Me pongo de pie, doy vueltas lentamente observando el amplio lugar. No tengo idea si debería estar feliz. Pero, ¿en dónde estoy? Veo mi ropa y suelto un grito, un grito de espanto. Bajo la vista y un mechón rojo se deja ver, tapando mi vista. ¿Rojo?

El lugar es solo naturaleza, colorido y feliz. Pero entonces entiendo todo, recuerdo cada palabra que escribí, recuerdo cual maravilloso se haría este lugar: Ephemeral Freedom. Lo entiendo todo, yo soy Audrey Moore; es mi deber terminar las páginas y también hacer de este lugar uno oscuro y malvado. Eso suena interesante.

Una sonrisa se curva en mis labios ante ese pensamiento. Es un gran destino, después de todo mi vida no apesta del todo.

—¿Puedo ayudarla? —Una voz me saca de mis pensamientos. Poco a poco esa persona se acerca más, hasta que se deja ver del todo. En un joven, como de mi edad.

—¿Sí? —respondo no muy segura —. Busco Ephemeral Freedom.

—Justo aquí —Sonríe mostrándome sus dientes.

Asiento con la cabeza.

—Oh, perdón, soy Jack Parker —Se presenta. Extiende su mano y no dudo en aceptarla, ambos estrechamos nuestras manos.

—Lil... Audrey Moore  —digo sonriendo —. Un gusto —Miento.

♔♔♔

La platica con Jack fue realmente aburrida, siempre me decía lo mismo. Lo único bueno fue que me presto un apartamento en donde vivir. Dios, este lugar si que aburre. Me siento en la cama mirando a todos lados, sin nada que hacer.

No puedo esperar más, quiero que la verdadera guerra se desate. Quiero matar, torturar, estafar; necesito hacer cosas malas. Pero antes es mi deber crear cosas buenas, supongo que debo seguir a mi libro, ¿en qué momento escribí esto? Ruedo los ojos y me cruzo de brazos.

Mi estomago ruge debido al hambre.

Suspiro, y me tumbo en la cama. Miro el techo detenidamente y un par de lágrimas resbalan por mis mejillas y no entiendo el por qué. Aunque sí, es realmente obvio, vivo así desde hace mucho tiempo: sufriendo. Los pensamientos se repiten en mi cabeza, un solloza se escapa de mis labios y las lágrimas amenazan con salir.

Estoy a punto de tirarme a llorar, a crear un mar de lágrimas nuevamente. Sin aguantarme más suelto, suelto cada lágrimas que se retenían en mis ojos. Cada una tiene un gran valor, cada una de ellas significa cuán horrible a sido mi vida. En un instante mis ojos ya están rojos, yo estoy recargada contra la cabecera dispuesta a llorar.

Lloro como si no hubiese un mañana, tan desesperadamente. Nadie jamás me ha entendido, ¿por qué hoy seria diferente? No, no lo será. Limpio mis lágrimas, pero éstas caen cada vez más. Son incontables.

Me sumerjo una vez más a mi mundo, en ese donde me desahogo. En el que se basa solamente llorar. El mundo puede ser bueno, pero no el mio. Cada uno de los sucesos horribles que he pesado me torturan constantemente. Mi madre mato a mi hermana mayor y simula como su nada hubiera pasado. La mato en frente de mí.

Mi padre es un drogadicto, jamás fue importante en mi familia. Mi tía es una asesina, pero eso no es tan malo. Ahora es mi turno, es mi turno de hacer algo malo y deseo eso. Solo deseo hacer el mal para sentirme bien. Aunque en una historia siempre aparece la chica cliche: La que salva al mundo, la que viene de parte de lo blanco.

Yo soy lo negro, ella será lo blanco.

Unos minutos después termino con mis lagrimas. Busco en el armario algo de ropa —casual—, pues si haré cosas buenas hay que verse bien. No cuando estoy luciendo así. Solamente veo un vestido rosa y unos zapatos blancos. Bien, esto será.

Camino a la ducha y me doy un relajante baño, una vez fuera me cambio y seco mi cabello con la toalla. Cuando estoy presentable bajo asomando mi nariz con la naturaleza. Deseo dar una largo paseo. Sin rumbo a donde ir exploro cada zona del lugar.

—Tengo que hacer cosas buenas, tengo que hacer cosas buenas —repito frustrada —, tengo que hacer cosas buenas; bla, bla, bla. Veamos que puedo hacer.

Ninguna idea venia a mi cabeza hasta que miré una seca flor. Mantengo mi mirada a ella, estiro mis brazos y me concentro en lo que quiero hacer. Entonces sucede. La flor renace muy colorida. Feliz o mal.

—Chica, por favor ayudandos —masculla una anciana.

—¿De qué? —pregunto cortante. Olvida ese tono Lily ese es tu deber.

—De dragones —responde, y una sonrisa se curva en mis labios.

Esto en realidad está pasando.





Villana ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora