One Shot

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Pietro Maximoff

Despertaste sin ganas de hacerlo, gracias a la misión de ayer terminaste agotada, volviste a escuchar el mismo estruendo que te despertó y te paraste en pijama a ver quien diablos te había  despertado de aquél sueño tan bonito que estabas teniendo, especialmente para darle una patada en la cara a quien lo hizo.

Fuiste a la cocina y te encontraste con nada más y nada menos que tu mejor amigo, Pietro.

—¡Gracias por despertarme! Estaba esperando que alguien me despertara de soñar con Louis —Soltaste una sonrisa con sarcasmo, querías demostrar cuanto desagrado te fuese posible.

—Oh, cuándo quieras, linda —Si había advertido de tu sarcasmo, realmente no lo demostró, soltó una risa y te guiñó un ojo.

—No es gracioso, príncipe —Por primera vez pusiste atención a lo que estaban haciendo sus manos y te alarmaste en el momento —¿¡Qué demonios, Pietro?! ¿Quieres quemar la cocina? ¡Dame eso! —le arrebataste el sartén y con una servilleta limpiaste el exceso de aceite.

Soltó una risa nerviosa —Perdona, tampoco quería levantarte antes de hacerte el desayuno.

—Bueno, aunque odio que me despierten, lo agradezco —tomaste dos huevos del refrigerador y unas rebanadas de jamón —He evitado morir incinerada —rompiste los huevos y los pusiste en el sartén y luego rompiste las rebanadas de jamón en trocitos.

—¿Irás a la torre hoy? —Preguntó mientras te empujaba levemente a un lado y revolvía los huevos con una pala de madera.

Suspiraste mientras te lavabas las manos —Realmente no creo, terminé devastada después de ayer —serviste en un par de vasos el jugo de naranja que tenías almacenado en el refrigerador desde algunas semanas antes, tendrías que hacer el súper esta tarde.

—Oh, asumí que irías —sonrió levemente mientras tomabas asiento en la barra de la cocina.

Negaste—Pon café, ¿no? —pediste, pero sonó más como una orden.

Él asintió y se volteó para buscar el café.

Tenías que admitir que en cierto modo él te atraía. No sabías si era por su manera de ser o solamente por su físico pero Dios, te tenía loca ese chico, generalmente cuando a penas lo conocías era muy coqueto, quizá a veces demasiado y lo odiabas genuinamente pero llevabas casi un año y medio de conocerlo y después de conocerlo un poco mejor, se te hacía casi imposible no caer por él.

A veces podía ser un completo idiota pero siempre podías contar con él, cuando le necesitabas el estaba ahí para ti y te escuchaba, si te sentías triste te compraba un helado y se quedaba la noche entera a cuidarte.

Si algo bueno te pasaba él era tu primera opción para contarlo y él, antes de que te dieras cuenta estaba ahí en tu apartamento con una pizza en manos y un refresco, prendían la tele y esa era su manera de festejar un buen merecido logro.

Y en realidad, era algo recíproco, habían empezado a ser confidentes, él acostumbraba a decirte todo lo que pasaba en su día, tanto así que tuviste que darle una llave de tu apartamento para que entrara cuando él quisiera, ya que te visitaba demasiado frecuentemente y tú "eras demasiado floja para abrirle", siempre te quejabas de tener que pararte del sillón para abrirle, pero en el fondo amabas cuando reconocías su par de toques en tu puerta.

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