Capítulo 21: Visitas especiales

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El día siguiente no fue tan bien como esperaba. Creo que haber estado el día anterior tan espabilada me había pasado factura. Los médicos me habían pedido reposo y por algo es.
-Me encuentro fatal....-. Exclamé al ver que la enfermera levantaba la persiana de la habitación.
Luís había pasado la noche conmigo.
-¡Buenos días Aitana! ¿Que tal dormiste? Te quejaste varias veces a la noche y te tuvieron que poner varios calmantes-. Dijo besando mi cabeza.
-Si, estoy muy mareada y me duele todo-. Me quejé.
-Ahora vamos a venir a hacer las curas, y ya te damos la medicación-. Dijo la enfermera.
Observé la cuna y vi a Gala que dormía placidamente.
-Mirala-. Le dije a Luís.
-Es muy buena, despertó un par de veces en la noche para comer. Le di los biberones-. Comentó.
-¿En serio? No me enteré de nada...-. Respondí.
-Lógico, estabas muy medicada-.Me explicó.
Cogí a Gala en brazos. Bueno, más bien me la acercó Luís porque yo no me podía mover. Note una sensación extraña. Era como si ya la conociera de siempre. Tenía unos ojos grandes de color verde que lo iluminaban todo.
-¡Buenos días!-. Dijo mi madre entrando por la puerta.
-¡Si que has madrugado!-. Exclamó Luís.
-Bueno... con los nervios poco dormí-. Dijo.
-¿Que tal estás hija?-. Preguntó.
-Bueno... me levanté mareada. Acabo de tomar un café a ver si mejoro-. Respondí.
-Y mi cosita más bonita ¿Cómo está?-.
Dijo haciéndole una caricia a Gala en la cara.
-Ella como una rosa. Solo despertó dos veces en la noche para comer, le di los biberones y se volvió a dormir. Una santa-. Contó Luís.
-Ojalá siga así...-. Suspiré.
-Quiero mear, me meo-. Dije.
-A ver, te ayudo a levantarte-. Dijo mi madre.
-Aaaaay! Me duele, me duele mucho. No me doy movido-. Exclamé.
-Hija, pero si estás sangrando-. Dijo mi madre observando la cama.
-Enfermera por favor-. Dijo Luís saliendo de la habitación.
Los hecharon a todos fuera.
-Eso es porque el desgarro aun está ahí y hace que tengas hemorragia, es mejor que no te muevas nada. Harás tus necesidades en la tina ¿Vale?-. Me explicó la enfermera.
-Pues con lo bien que se me da...-. Respondí.
-Además tienes algo de fiebre-. Dijo poniendo el aparato de medir la temperatura.
-¿En serio? Pero si no me encuentro mal...-. Respondí.
-Igual tienes algo de infección, voy a llamar a un médico para que te heche un ojo-. Comentó la enfermera.
Avisó a mi madre y a Luís.
- Aitana, tranquila ¿vale? Yo estoy contigo-. Dijo agarrándome la mano.
Rompí a llorar. Aquello parecía una pesasilla. Ahora tenían que volver a hacerme pruebas.
Y marearme más.
-Aitana aún no tiene curado el desgarro y a mayores le probocó infección por lo que le vamos a dar un antibiótico para cortarla. Tiene absolutamente prohibido levantarse de la cama y reposo absoluto-. Explicó el médico.
-Jo... Luís no quiero. Quiero ser la chica normal de antes. No estar aquí postrada en una cama sin poder moverme-. Comenté.
-Aitana, cariño es muy pronto, tienes que descansar. El problema tuyo es ese. Que no paras. Descansa. Voy a prohibir todas las visitas. Hoy no va a venir nadie-. Dijo mi madre.
-Pero mamá...-. Dije rompiendo a llorar.
-Aitana tranquila, Gala ya la atiendo yo. Tú debes de descansar. Te lo obligó el médico-. Dijo Luís.
-No quiero. Quiero irme de aquí-. Contesté.
-Aitana tienes fiebre e infección. ¿Como te vas a ir? Para volver a ingresar-. Dijo mi madre tratando de que yo entrara en razón.
Comí algo al mediodía para reponer fuerzas.
A la tarde dormía. Los medicamentos hicieran efecto. Mi madre había hablado con Amaia para que viniera de sorpresa porque sabía que a mi me haría mucha ilusión. A pesar de haber prohibido las visitas.
-¡Hola Amaia! ¿Que tal el viaje? ¿Cómo te fue?-. Preguntó mi madre.
-Hola Belén, muy bien-. Respondió Amaia.
-Aitana ahora duerme porque lleva unos días que madre mía. Está llevando mal lo de la maternidad. De hecho prohibí las visitas porque está algo pachucha y el médico lo recomendó pero quise que tu vinieras porque se alegraría de verte-. Comentó Belén.
-Ay si! Y yo también me alegro!-. Dijo Amaia.
-¡Que pequeña es! Y es igual a Aiana, madre mía-. Comentó al ver a Gala al verla en brazos de Luís.
Luís se la dejó coger en brazos. Yo me desperté al oír su voz porque me resultó conocida.
-Amaaiaaaaaa!-. Exclamé.
-Aitanaaaaaaaa!-. Exclamó ella.
Nos fundimos en un abrazo.
-¿Que tal te encuentras?-. Preguntó.
-Bueno... no muy bien. No se si estaré preparada. A veces siento que no quiero a Gala-. Le dije.
-Ay Aitana! No digas eso! Gala es preciosa, eres tú, y vas a ser muy buena madre, ya lo verás-.
Me dijo dando un abrazo.
-Está con depresión posparto-. Dijo mi madre.
-Pues sí... -. Dije llorando.
-Aitana...-. Dijo Luis abrazándome.
Gala se puso a llorar. Tenía hambre.
-Ven, shhhhhhh-. Dije cogiéndola en brazos para calmarla.
-Calló al momento. Se nota que eres la madre eh-. Dijo Luís.
-Es muy bonita-. Exclamó Amaia.
Entraron por la puerta Encarna y Luís.
-Buenas tardes, ¿Que tal?-. Dijo Encarna.
- Bueno... hoy está regular. A la mañana tuvo fiebre y no se está adaptando muy bien-. Explicó mi madre.
-Es cuestión de tiempo. Mira la niña que bonita es-. Dijo Encarna haciéndole una caricia.
-De hecho ya le dije que hoy no vendría nadie porque tiene que descansar. Luego ayer a la noche estuvo mala-. Comentó mi madre.
-Eso es cierto, el descanso los primeros días es primordial-. Contestó Encarna.
Estuve un rato hablando con Amaia. Lo necesitaba. Mientras Gala se pasaba de los brazos de mi madre, mi padre, Encarna y el padre de Luís. La iban rotando.
Gala comenzó a llorar.
-Tiene hambre-. Dijo mi madre.
-Quiero darle el biberón, que no le di ninguno aún-. Exclamé. 
Y así fue. Le di mi primer biberón a Gala.
Desprendía tanta dulzura...
-Sois tan bonitas... no me cansaría de miraros en toda la vida-. Dijo Luís.
-Ay Luisín...-. Dije.
Vino la enfermera a poner más medicación.

Lo bueno está por llegar (TERMINADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora