III - May Parker

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Su tasa de té de manzanilla estaba caliente en sus manos temblorosas. Su postura recta y tensa debían demostrar lo nerviosa que estaba. Apenas hace un rato había hecho la llamada, pero la espera se le hizo eterna. Ella no podía con esto, ya ha perdido a Ben, no puede perder ahora a su sobrino. Y todo por ser el hijo de un maldito dios mitológico.

Mary le había dicho en el instante que pudieron hablar solas después traer la noticia de su embarazo, en su habitación. Todos estaban emocionados, felices por la llegada de un nuevo integrante, Richard tenía la sonrisa más brillante que ella le había visto al pobre hombre que siempre trabajaba. Ben y él tomaron unas cervezas y hablaron como siempre que venían de visita. Mary había estado un poco incómoda, pero supuso que era por el embarazo. No esperaba lo que le dijo después.

"May, hay algo que debo confesarte, pero no se lo puede decir a Richard —" le dijo. Desde ahí supo que había algo mal, ya que Mary confiaba en su esposo con más que su vida. "— seré directa contigo. El niño no es de él —" y la miró con esos ojos desafiantes, vivos; era como mirar directamente al sol. Ella no sabía que pensar, las palabras se le escaparon de un momento a otro, nunca esperó que esa mujer tan leal a su esposo se fuera con otro hombre.

"Pero hay algo más. No dormí con un hombre común. Él era un dios —" tal vez ahí debió de reír, porque ¿qué otra cosa podía hacer? ¿Llamar a un psiquiatra? Pero algo en su rectitud, algo en la firmeza de su tono le dijo que lo decía enserio.

“— que suena mal, pero es verdad. Era rubio, guapo, pero no arrogante, con una sonrisa amable y una voz calmada como el sonido de un río al correr. Fue como un hechizo.—" miró a un punto de la habitación con ojos ausentes —". Estaba en ese parque, pensando, cuando él apareció y me habló, pasamos el rato juntos, caminamos por ahí y me enamoré un poco de él. No pude detenerme, así que, cuando reaccioné, ya tenía 1 semana de embarazo —" le tomó la mano y le miró otra vez. Y le creyó.

"— No le puedes decir a Richard, ni siquiera a Ben. Confio en ti, por que que llegará el momento de enviarlo a un lugar seguro para chicos como él. Y que estarás para cuando llore por su partida o por lo que hice. Porque tienes un corazón de oro. —" y volví a confiar en sus palabras. Y Mary le contó lo que sabía sobre los semidioses.

¿Quién diría que la única que lloraría por la partida de Peter sería May? Mary y Richard subieron a un avión para jamás volver. Ben no está aquí más. Solo quedaron ella y Peter. Y ellos dos estuvieron bien, ella trabajando y Peter estudiando, viendo películas malas el fin de semana. Peter nunca causaba problemas intencionalmente, era amable, cariñoso, un poco torpe, pero con algo que hacía que tuviera a todos los que lo llegaban a conocer terminaran enredados alrededor de su dedo. Era un buen chico. Ahora él también se iría. Y solo quedaría May. Solo ella.

Nunca quiso hacer la llamada, ni tocar el papel con el número telefónico que le dio Mary. Pero sabía que, si no lo hacía, llegaría un día en el que su sobrino no volvería a casa jamás.

Ahora estaba esperando a su chico y a un sátiro, con las manos temblorosas y postura tensa. 'Dios santo' pensó elocuentemente.

Tock, tock.

— ¿Tía May? ¿Podemos pasar? — preguntó una voz amortiguada afuera de la puerta.

'Maldita mitología maldijo' internamente otra vez. Vaya, ya sabía de donde había sacado Peter tantas maldiciones.

Peter Parker y Los Dioses Aparentemente  Americanos - Marvel & Percy JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora