V - Sam Wilson

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Él no quería estar aquí. No, definitivamente no. Desde el momento en el que el chico sacó su celular en el elevador sabía que había algo terriblemente mal. Los celulares y la mayor parte de la tecnología, para los semidioses, son como letreros de comida gratis , ya que los monstruos pueden localizarlos por medio de ellos. Y, al parecer, Peter no tenía ningún problema con la tecnología, cosa aún más perturbadora. Sabía de experiencia que, cuando las cosas se salían del limite de normalidad que marcaban las leyes no oficiales de los semidioses significaba que el niño era un elegido por los dioses, un niño del mandado, (carne de cañón). Lo que menos quería era involucrarse en este tipo de búsquedas, pero nooooo aquí está Sam, sentado en un sillón rojo agradable y tomando una tasa de té en un silencio incomodo con un adorable y feliz semidiós y una joven tía abrumada.

Por estas y muchas razones más, odiaba a Scott, el maldito sátiro. A Sam le tocaba la parte emocional de las cosas, tenía un doctorado en psicología y un postgrado en psicología infantil, por lo que le fue sencillo ayudar a los chicos con sus problemas y estaba muy bien con eso. Como todo sátiro, recibía entrenamiento para poder defenderse a él y a los semidioses, pero Sam siempre se quedaba en el campamento lo más que podía, evitaba las búsquedas y ayudaba a los chicos, y ahora, por el pendejo de Scott está en una situación que su corazón no puede soportar.

En el momento en el que entraron al departamento después de la incomoda escena con los vecinos extraños de al lado con caras que quizás conoce, la tensión se triplicó. Su postura se tensó, su expresión se endureció y le calló el dolor y resignación que siempre llegaban cuando arrebataba a un niño de sus padres. La señora Parker tenía una mirada dolorosamente resignada, como la de un preso que aceptó su destino en la silla eléctrica. Su corazón se calló al suelo y respiró profundo, aceptando amablemente su tasa de té con una sonrisa forzada.

Él se sentó en el sillón individual mientras los Parker se sentaban en el de dos personas, detrás de la pequeña mesita que los dividía. El niño parecía nervioso y no lo culpaba, es un tipo de ambiente al que podría no estar acostumbrado. Miró su té de manzanilla y su estómago se revolvió. Se le quitó el hambre.

Miró otra vez a la familia. May Parker tenía apoyada una mano en la rodilla de su sobrino, moviendo su dedo pulgar suavemente al rededor mientras el chico la miraba con cariño y preocupación, casi podía ver los engranajes de su cabeza girando, tratando de formular una respuesta a esta situación o gritar al aire sus dudas (tal vez era un niño de Atenea), se veía como un cachorro. La dinámica en sus miradas, la forma en que encajaban perfectamente en aquel sofá le hizo cuestionar si estaba haciendo las cosas bien, pero no podía hacer nada, siendo sincero, solo cumplir lo que se le pidió.

Realmente odiaba ser un sátiro, ¿no podía ser un maldito psicólogo normal?

La señora Parker se aclaró la garganta: - Veo que voy a tener que ser la que saque al elefante de la habitación -. Dejó su tasa intacta en la mesita y respiró hondo.

- Peter, ¿has oído de los dioses mitológicos? -.

- ¿Cómo Hércules, Zeus y ellos? ¿Por qué me lo preguntas? - la miró confundida. Ella solo se rió un poco y Sam permaneció inmóvil, esperando el momento adecuado para hablar.

Peter Parker y Los Dioses Aparentemente  Americanos - Marvel & Percy JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora