Capitulo uno.

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Hielo. Es lo único que veo hasta donde alcanza el horizonte. Un paisaje azul cristalino sin ningún tipo de matices hasta que se pone el sol, pero entonces hace demasiado frío para subir a la planta 1 y poder observar los colores anaranjados del atardecer. Hielo y frío. Siempre lo mismo.

Algún día, quizá, seré capaz de poder acercarme a aquel horizonte que me parece tan lejano y próximo a la vez para tener los pies en tierra firme por primera vez, si es que estar sobre un montón de hielo cuenta como ello, claro.

Entro en el ascensor para descender hasta la planta 437, donde se encuentra mi compartimento y el de mi familia. Me gusta estar en el ascensor, es de cristal y se pueden ver todos los pisos de La Cuna, un edificio construido hace muchos años para refugiarse de toda la radiactividad y la contaminación que hoy en día ocupa el planeta Tierra por culpa de la Gran Guerra de las Naciones.

Pasan unos minutos hasta que llego a mi planta. Sigo el mismo camino de siempre, recto hasta la puerta 21, entonces doblo la esquina, vuelvo a doblar una esquina y camino recto hasta la puerta 47. Cuando entro mi madre está en la cocina cortando unas zanahorias.

- Nuiana, ¿vas a volver a salir?- Pregunta mi madre.

- Le he dicho a Rick que me vería con él en la planta 4 dentro de diez minutos, ¿por qué?

- Bueno, entonces nada pero a las seis en casa, ¿vale?

- Siempre estoy en casa, ¿crees que me voy a perder por este lugar?¿Crees que puedo salir de aquí? Esto es una maldita jaula.

- Jovencita no me gusta que hables así. Vivimos muy bien aquí dentro, estamos protegidos de todo y podemos tener una vida completamente normal así que no te quejes.

- Pero como tú has dicho, aquí "dentro". Odio estar encerrada, ¿no lo entiendes?- digo. Siempre he odiado La Cuna. Todos la alaban, dicen que ha sido la salvación de la humanidad, pero para vivir de algunas maneras es mejor no vivir-. Me voy.

Doy un portazo al salir y oigo que mi madre me dice algo pero no le hago caso y sigo caminando. Odio que siempre me esté controlando, siempre vigilando a dónde voy, con quién estoy y lo que estoy haciendo. No la soporto.

Subo al ascensor y unas cuantas personas se unen a mí. La cuna está llena de ascensores que suben y bajan por las quinientas plantas que esta tiene, durante todo el día. Hace muchos años, cuando La Cuna se construyó, las paredes estaban hechas de cristal para poder ver el océano pero lo cambiaron al último momento porque quisieron hacer las paredes más resistentes a las corrientes marinas. Ahora solo hay ventanas en la planta número 4 y aparte de ellas, si quieres ver un poco de paisaje tienes que salir a una de las tres primeras plantas.

Cuando llego veo a un chico bajito junto a uno altísimo, Rick y Jared. Jared sonríe y se acerca a mí corriendo. No puedo evitar lanzarme encima de él, hacía mucho que no lo veía.

- ¿Por qué no me habías dicho que habías acabado ya con tu jornada de trabajo?- Le digo.

- Quería darle una sorpresa a una pesada que conozco, una chica alta, rubia de ojos azules, ¿te suena?- Se ríe él.

- Muy gracioso e ingenioso- digo yo irónicamente.

Se ríe y no puedo evitar alegrarme de su regreso. Jared es mi mejor amigo, nos conocemos desde pequeños y siempre ha sido el que ha hecho que el aburrimiento, dentro de este lugar, no acabe por consumirme.

Rick nos mira y carraspea:

- No quiero interrumpir una escena tan romántica pero no puedo evitar tener arcadas cuando veo esto.

-¡Cállate, idiota! Ya sabes que solo somos amigos-dice Jared mientras yo le lanzo a Rick una mirada fulminante.

-¿Eso también se lo diréis a vuestros futuros hijos?- Se ríe Rick.

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