Capítulo dos.

139 12 3
                                    

Hielo. Es lo único que veo hasta donde me alcanza la vista. Miro hacia abajo pero no veo mi cuerpo. Tengo mucho frío y parece que me estoy congelando, me cuesta moverme. Hielo y frío. Siempre lo mismo.

–¡Doctor! Parece que se está despertando– reconocería esa voz hasta a cincuenta kilómetros de ella. Mi madre.

Me cuesta abrir los ojos pero una vez lo hago tengo que cerrarlos rápidamente por la insoportable cantidad de luz que me deja ciega.

–Cariño– dice mi madre con los ojos llorosos.– ¿Te encuentras bien?

Su voz suena clara en mi cabeza, parece que puedo escuchar perfectamente.

– Sí, solo tengo un poco de hambre.

Mi madre sonríe aliviada.

–Gracias a Dios, llevas dos días sin despertar... Tu padre pensaba que ibas a morir. Estábamos muy preocupados.

–No pasa nada mamá. Ya estoy bien, ¿Vale?

Me besa en la frente y me acerca una bandeja con comida.

–Voy a hablar con el doctor, quédate aquí.

–¿Dónde crees que voy a ir?– Me río pensando en la última conversación que tuve con ella. Me alegro de no haber muerto, no creo que lo hubiera pasado muy bien mi madre sabiendo que nuestra última conversación fue una pelea.

Me meto el puré de patatas en la boca. Está soso y sabe a pan pero sigo comiendo porque tengo mucha hambre. Cuando me acerco una vez más el tenedor a la boca me doy cuenta de que tengo unos moratones muy feos en el brazo y la mano, pero a pesar de tenerlos no siento dolor alguno. Seguramente me habrán proporcionado algún tipo de medicamento para aliviar el dolor. Mi madre vuelve a venir y se sienta en una silla que está justo al lado de mi cama.

–¿Dónde estoy? ¿Qué ha pasado?– Le pregunto.

–¿No te acuerdas? Hubo una explosión en la planta 500 y tú estabas en la 498 por lo que pudiste haber acabado volando por el aire pero por suerte no. Cuando te encontraron estabas inconsciente al lado de Jared.

Cuando escucho el nombre de Jared no puedo evitar interrumpirla:

–¿Él está bien?

–Sí,sí, tranquila, solo se dio un golpe en la cabeza por lo que le dieron el alta un día después de que despertara. Te ha venido a ver cada día.– Mi madre sonríe– Nuiana, ¿hay algo entre tú y Ja...

–No continúes– la interrumpo.– Ya sabes que solo somos amigos.

–Bueno, la verdad es que no me importaría tenerlo de yerno.

–Mamá, por favor.

–Ya paro, ya paro.

–Y bueno, no me ha pasado nada grave, ¿no?

–Bueno, tuviste una hemorragia interna pero te operaron así que ahora estás perfectamente. Solo tienes que esperar a que se te curen las heridas externas y ya está.

Por la tarde mi madre se marchó porque tenía que ir a cocinar para Ivik y mi padre pero me dejó uno de mis libros favoritos por si me aburría pero no pude ni abrir la primera página porque justo cuando mi madre se fue, como si estuvieran sincronizados o tuvieran un horario de visitas, Jared apareció.

 –¿Cómo te encuentras?– Me pregunta.

–Bien, aunque tengo ganas de salir de aquí. Ya sabes que odio estar tumbada durante demasiado tiempo.

HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora