Capítulo 1: Sueños

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Las puntas de mi pies me soportaron en otra vuelta de una nueva Piroutte más pero no por mucho tiempo ya que acabé con la cara en el suelo nuevamente. ¿Qué estaba mal conmigo? ¿Acaso no estaba lo suficientemente delgada? ¿Necesitaba nuevas calcetas? Otra vez, me puse de pie y lo intenté nuevamente pero caí y puse mis manos para no golpearme más. No, esto no tenía nada que ver con lo físico. No después de trece años en ballet, lo último que podría ser era lo físico. Había ganado tantos concursos y competencia. Todo esto se debía a mis nervios, mis malditos nervios. Estaba a días de la audición más importante de mi vida. Si llegaba a pasarla, encabezaría la obra más importante de Broadway.

Fue ese mi incentivo para ponerme de pie nuevamente. Saqué mi Ipod de la cinturilla de mis calzas y reinicié la canción. Me estiré un poco y continué con mi rutina, pero al llegar al giro, mis pies se enredaron entre ellos y volví a caer al suelo. Enojada, me quité los audífonos, me senté sobre las duras tablas de madera del suelo y las golpeé con mis manos. Demonios, solo esperaba que no me ocurriera lo mismo en medio de la audición.

—Lena... —Oí desde la puerta y vi a Christian en la puerta, viéndome fijamente y con su bolso sobre su hombro—. Es hora de irnos—. Bajé mi mirada al suelo y suspiré demasiado ruidosamente—. Ya lo harás bien.

—Sé que lo haré bien. —Contesté sorbiendo mi nariz. Maldición, estaba llorando. Me puse de pie y me dirigí a mi bolso con mis pertenencias. Ese salón no era mío pero siempre lograba quedarme con él, solo para mí, cuando llegaba. "Estudio de Danzas de Anna Brook", el lugar que me vio nacer.

—Tranquila —dijo Chris acercándose a mí para abrazarme. Se lo permití, pero no por más de diez segundos. Él lo sabía, después de todo los años que nos conocimos, él sabía que no quería tantas muestras de afectos de un chico que no fuera mi novio... O de uno que lo había intentado y fracasó—. Emma nos está esperando con la cena, según dice.

—¿Y le crees? —pregunté un poco más divertida. Él era el único con el que permitía toda esa cercanía porque no era un simple ex. Él era mi mejor amigo y mi compañero de piso, igual que su hermana—. Espero que no sea algo tan horrible esta vez...

—Oye, Emma sabe cocinar cuando tiene el número de un repartidor cerca. —rio y me hizo reír también—. Además dijo que llevaría a uno de sus pretendientes así que de seguro fingirá cocinar bien.

—Solo espero que no haga ruido en la noche, tengo un turno temprano en la cafetería mañana. —le comenté, apagando las luces del salón. Me sentí asquerosa y sudada pero no era nada que un baño al llegar a casa no resolvería.

—Tú la conoces bien como para confiar que no hará ningún ruido molesto. —Intentó animarme y solté una risita un poco tonta—. Puedo ir a medianoche por tu habitación con una película en mi portátil... —Ofreció amable y le sonreí por ello.

—Mañana es viernes y no puedo posponer mi empleo a pesar de que ame las películas de medianoche. —Me disculpé, empujando la puerta de cristal de la salida.

—¿En la noche, entonces? —Suplicó y me sonreí con picardía, girando la mirada hacia él—.  ¿Viernes a la noche?

—Sí, viernes a la noche. —le dije finalmente y me sonrió agradecido. Abrió la puerta de su auto para mí y luego de subirme, se subió también—. Aunque quería practicar un poco más...

—¿Practicar más? Pasas el 89 por ciento del tiempo practicando, un 5 por ciento en compras de ropa para ballet, otros 5 por ciento limpiando y un 1 por ciento durmiendo. ¿En qué momento descansas?

—Cuando bailo, ese es mi mejor descanso. —Me até con el cinturón luego de lanzar mi bolso al asiento trasero. Me observó, evaluándome con un extraño gesto en sus labios—. ¿Qué?

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