¡Te odio!

142 14 26
                                    

Yuri Pov
¡Qué diablos esta pasando en mi vida! Ayer era una chica normal aunque un poco traviesa que vivía en un aburrido internado y hoy soy una prisionera a la que le han arrebatado su libertad de manera brusca solo porque unos idiotas creen que somos perfectas. No pude dormir ni un poco ayer. Espero que pronto encontremos una forma de escaparnos.

Estaba sentada en mi cama cuando escuché que tocaron la puerta. Fui a abrir y era una chica alta de pelo castaño y con la piel tan blanca que parecía como que si nunca había visto la luz del sol.

-¡Buenos dias, señorita! -dijo haciendo una reverencia- El señor me ha ordenó que viniera para que le ayude a escoger su conjunto del dia de hoy porque desea que usted baje a desayunar con él.

-¿El Señor? -dije yo confundida ya que habían siete chicos en la casa así que no sabía a cual de todos se refería

-Sí, el Señor J (Jin)-dijo ella

-Pues dígale a J que sus ordenes me valen y que me las paso por el...

-¡Señorita! -dijo ella en tono de regaño- Ese no es un vocabulario apropiado para una señorita de su edad

-¿Sabe qué? Yo puedo elegir mi ropa sola, no necesito la ayuda de nadie más. Así que ya puede retirarse. -le dije mientras me dirigía al baño- Ah y además dígale al señor que no tengo ni el más mínimo interés por desayunar con el, prefiero morirme de hambre. -dije y me metí al baño.

En realidad, ducharse aquí es mucho mejor que hacerlo en el internado. Aquí no hay molestas chicas que están apresurandote porque ellas deben ducharse tambien. Normalmente allá nos bañabamos con  agua caliente al principio pero uno de los castigos que más recibíamos las chicas y yo era la cancelación del agua caliente, por ende siempre nos bañamos con agua fría. Había olvidado lo que era bañarme con agua caliente.  Terminé de ducharme y me envolví en mi bata de baño. Cuando salí del baño ahí estaba J sentado en mi cama.

-¿Qué haces aquí? -le pregunté con desprecio

-Este es la habitación de mi mujer así que puedo venir cuando a mí se me plazca -dijo el mientras se cruzaba de brazos

-¿Tu mujer? -dije yo y comencé a carcajear de forma sarcastica- Yo no soy de nadie, yo me pertenezco a mí misma. No soy la mujer de nadie y menos tuya -le dije mientras me ponía super furiosa

-Pues te guste o no, a partir de ahora serás mi mujer -dijo mientras se levantó de la cama y comenzó a acercarse a mí.

Yo me mantuve relajada para que el no notara que estaba nerviosa. Era casi imposible. Cuando se acercó sentí como rodeó mi cintura con una de sus grandes manos  mientras que con la otra desató mi bata y la lanzó al suelo dejándome completamente desnuda frente a él. Comenzó a acariciar mi cuerpo con sus penetrantes y oscuros ojos llenos de placer. Luego me atrajo hacia él y en un impulso se acercó a mi cuello y plantó un cálido beso. Comenzó a besarlo intensamente y yo deseaba que este momento se acabara pronto. Sus labios subieron hasta mi mejilla derecha y cuando estaban a punto de posarse en mis labios su teléfono sonó. Él salió de mi habitacion para contestar la llamada dejándome en total shock. Cerré la puerta con llave para que no volviera a entrar y luego me lancé en mi cama y comencé a llorar como un bebé al que le acaban de quitar su dulce o su biberon. Me sentía tan sucia. Este acto hizo que yo lo odiará mas. Mi desprecio hacia él aumentó. Tengo que ser fuerte por mí misma, así que tomé lo primero que encontré, me lo puse, me até mi cabello en una coleta y luego salí como si nada había pasado. Pasé por las habitaciones de las chicas pero ninguna estaba ahí. Así que bajé hasta el comedor y ahí estaban ellas. Los chicos ya no estaban así que fui corriendo hasta ellas y mis lágrimas comenzaron a fluir.

BANGTANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora