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Mis padres no estarán para mi décimo séptimo cumpleaños. Lo cuál no es la gran cosa, después de todo no se celebra, no desde que cumplí ocho años. Laureen camina en completo silencio junto a mi hasta la entrada de la gran mansión de aspecto alegre aunque yo diría deprimente.

-¿A?- sus ojos se posan en mi, no lo veo pero los siento, silencio de mi parte y escucho un pequeño gruñido de su parte- tienes en una hora tu entrenamiento, no te ocultes de lo contrario iré personalmente a tu habitación a buscarte- su mano se posa con delicadeza sobre mi hombro, una mano fría. Ambos entramos y nos separamos en diferentes destinos.

•••
1, 2, 3... 10, 11, 12.

Los golpes que recibí de mi contrincante, mi pecho arde y me estómago duele. Me cuesta respirar.

-Suficiente, novato- novato, un maldito novato. Tomo impulso para levantarme del suelo y correr a mi habitación escuchando los gritos de Laureen, seguido de un disparo, adiós novato.

Mi ropa toca el frío suelo para así mi cuerpo entra por completo a la gran tina. El frío abraza mi cuerpo y mis músculos se tenzan, sé que ella se encuentra del otro lado de la habitación esperándome.

25, 26, 27... 45, 46, 47 minutos.

Mis ojos se abren y me cuesta levantarme pero lo hago, con miedo y curiosidad mis ojos se posan en ese gran espejo y observo mi cuerpo, un cuerpo de humano. Piel morena, cuerpo trabajado y ojos oscuros dónde el dolor y la tristeza es evidente, dibujo una sonrisa en mis finos labios.

-¿Mami por qué mi sonrisa no llega a mis ojos? Mis amigos dicen eso- mi timbre de voz era triste, nunca entendí porque mis amigos decían eso, sólo tengo siete años.

-Cariño, no hagas caso. Solo son críos que no saben lo que dicen. Tu sonrisa es la más linda que he visto y claro que llegan a tus pequeños ojos, ven aquí mi niño- sus abrazos eran cálidos, ella era cálida.

Y una lágrima, una maldita lágrima brota de ese oscuro ojo.
Salgo de mi habitación sin nada con que cubrirme, y sus ojos siguen cada uno de mis pasos.

-Sabes perfectamente que hago aquí, A- mi comisura izquierda se eleva sólo un poco mientras sigo buscando una muda de ropa- tienes la suficiente fuerza para haberlo noqueado pero en cambio dejaste que te golpeara y luego huiste para que yo en impulso le efectuara un disparo, maté a un inocente.

Cuánto cinismo pequeña Laureen.
-¿No es lo que haces, Lau? Matar inocentes, no creo que te quite el sueño eso- me doy la vuelta aún sin vestirme, estaba ocupado oyendo. Le miro, miro esos gruesos labios y sus ojos recorren curiosos mi cuerpo, muerde su labio, una mordedura pequeña -¿Sucede algo Lau, a caso quieres follar este cuerpo de humano?- provoca, hazlo.

En un parpadear se encuentra frente a mi, su pelvis presiona mi miembro y un gemido ronco se me escapa.

-Cómo en los viejos tiempos, A- dijo para luego devorar mis labios con fervor y luego en mi habitación dejo de haber silencio para luego de llenarse por gemidos repletos de deseo y recuerdos sintiéndose en la piel.

•••
Eramos dos extraños para todo aquél que haya pisado la gran mansión Mateo. A puertas cerradas conocía cada parte de su cuerpo y ella del mio, sabía dónde tocar y cómo tocarla, nos fundiamos hasta ser uno.

Mi mente pensaba demasiado.

Y pensar está bien, A. Recordar está mal.

Era una noche calurosa estábamos a mitad de julio y la calor ya estaba muy presente, eran las dos de la madrugada, lo sé porque lo único que alumbraba mi habitación mientras me follaba a Laureen era ese pequeño reloj eléctrico.

Estaba sólo en el jardín trasero de mi casa, contemplando la desolada que estaba la luna acompaña de una pocas estrellas que se dejaban ver a penas. Camino con tranquilidad hasta lo mas profundo, dónde una gran maraña de arbustos para nada bonitos ocultaban lo oscuro de mi familia.

La puerta de esa vieja madera contra el suelo era difícil de ver sino sabías dónde buscar, abrirla no costo mucho puesto que ya esta se encontraba abierta. Ella estaba aquí. Bajé en completo silencio, la pequeña luz alumbraba tenuemente el sombrío lugar, mire dónde se escuchaban pequeños gemidos y dónde olía a podredumbre.

-Ha decir verdad no esperaba verte aquí, creí dejarte lo suficientemente agotado cómo para no despertar en dos días A, pero veo que quieres ver- ni una sola mirada me dedicó, simplemente habló mientras cortaba otro dedo de ese... hombre o lo qué quedaba de él.

-Tu sigue con lo tuyo, has cómo si no estuviera aquí, pequeña Lau- podría jurar que sonrió. Con una de esas sonrisas que están en lo doloroso de mis recuerdos. Sin más contemplo cómo hacia agonizar a ese hombre, otro para su extensa lista.

Con odio y karma -CrazyAM-

Mi mundo y mis sombras [AM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora